
Parece ser que llega el ocaso de este nefasto personaje y por ello le voy a dedicar el artículo de hoy. Como hemos visto, sus numerosas contradicciones entre lo que hace y lo que dice, han cavado su tumba política y los numerosos ingenuos que un día confiaron en el, han abierto por fin los ojos ante la’clase de tiranuelo que se nos venía encima.
En su debe le tenemos que reconocer que disfrazó al lobo del comunismo con piel de cordero y una parafernalia «guay». Así consiguió engañar a cientos de miles de incautos que confiaron en el. Fué un hipnotizador de masas gracias a su verborrea vacía de contenido hasta que sus contradicciones personales lo han dejado con el trasero al aire.
En su haber tenemos que ha sembrado la cizaña y el odio allí por donde ha pasado. Ha enfrentado a los españoles hasta niveles del 1936. Como gobernante se ha sumado al expolio de las clases productivas españolas, tanto altas, bajas y mediopensionistas. Con ello nos ha traído más paro y la ruina económica. Mientras, se entregaba a una vida rodeado de lujos con harén incluido. Esta alocada dispersión de la realidad es lo que ha propiciado su caída y seguramente, cuando ustedes lean estas líneas se habrá pegado un batacazo electoral enorme.
En la canción El Marqués de Galapagar, el genial rockero Freddy Billy y un servidor ahondamos desde un punto de vista humorístico en las
contradicciones y errores del personaje. No siendo más que un demagogo, su aparición en los medios se le subió a la cabeza y ya se veía gobernando España como un tirano. Al final se ha convertido en un personaje ridículo, objeto de memes y de canciones.
En particular la compra de su mansión y la creación de un harén podemita a su disposición, es lo que han precipitado su pérdida de popularidad, y ya anda buscando su particular puerta giratoria en el mundo de la comunicación y cobrarse así los favores prestados al empresario Roures. Más interesado ahora en mantener su nivel de vida que en salvar al mundo, busca una salida profesional que le depare unos buenos dineros olvidándose de aquellas puertas giratorias que tanto criticaba.
Esto es el culmen de su patética situación, y mucho me temo que le queda poco recorrido también en los medios audiovisuales. Está cayendo gordo ya a mucha gente porque lo han calado. El bluff se apagará sin remedio alguno.
Queda un rastro de tierra quemada, agresiones e insultos de toda índole. No ha sido un personaje amable ni mucho menos y no ha aportado nada positivo a la castigada vida nacional. Pronto será un recuerdo y con el caeran su esposa Irene y sus amantes. España será un país un poco mejor aunque estamos bien sobrados de demagogos.
Esperemos que su caída de paso a gente verdaderamente valiosa. Gente curtida en la vida laboral ajena a la política y que nos puedan aportar su valiosa experiencia y buen hacer. Sobra tanto vividor de verborrea fácil que no saben lo que es una nómina ni un consejo de administración. Es la hora de los mejores si es que de verdad queremos llevar a España por los caminos del desarrollo económico y del verdadero progreso.
En tanto aún tendremos que soportar por un tiempo sus amenazadoras frases y algún intento desesperado por recobrar la popularidad perdida, como el numerito de las autoenviadas balas en un sobre.
¿Que pensará un Marcelino Camacho desde su tumba sobre semejante personaje que no conoce el significado de la palabra austeridad? Gentes hubo que sufrieron mucho por hacer prosperar sus ideas, a mi juicio equivocadas, pero este cantamañanas se ha dedicado a pegarse la gran vida.
Así que adiós, Pablito, adiós. Que desaparezcas de nuestras vidas lo antes posible y que tu recuerdo se vaya contigo. Esa coleta que utilizabas para tapar tu chepa será lo único que quede. Tus odios y rencores se irán contigo al baúl de los recuerdos y la atmósfera nacional será un poco más respirable.
Esta tarde estoy un poco nervioso, esperando los resultados de las elecciones y de la puesta en marcha de nuestra canción El Marqués de Galapagar. Ojalá sea esta la que te de el último empujón hacia el camino del olvido. Se acaban tus tropelías y engaños. No lo dudes.
Manuel Fernández Prieto ( El Correo de España )