
APROBADO GENERAL
El chantaje al que han cedido casi todas las universidades catalanas, que van a adaptarse, para evaluar a sus estudiantes, a las necesidades revolucionarias de una parte de su alumnado que impone la ley del terror al resto de los estudiantes y a muchos profesores no tiene precedentes en la historia de las democracias.
Sabido es que las falsas revoluciones las hacen ciertos grupos de estudiantes, altamente politizados, esas clases pasivas convertidas en fuerza de choque generadas por el propio sistema enfermo.
Esa complicidad de gran parte del profesorado y los órganos de gobierno universitarios catalanes con la insurgencia de salón debe ser atajada por el Gobierno central.
El derecho a seguir estudiando en condiciones de normalidad es innegociable para cualquier alumno. Y a que lo suspenda la vida.
Tadeu ( El Mundo )