¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas,
diez ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas,
y me duele la garganta,
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: «Te quiero
como a ninguno quisiera!»

¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!

¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!

¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas…
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!

Rafael de León.