
Tenía una guitarra cansada,
ya sin cuerdas.
Decía sus canciones
con la ronca madera.
Yo le pedía flores azules
que me diera.
Ella, resquebrajado
su sueño de madera,
con lágrimas mojaba
mis manos ¡ tan pequeñas !.
Alrededor volaban
palomas de madera.
Antonio García Teijerio
Feliz tarde y mucho ánimo.