
Ésos no ven la obra
profunda de la hora,
la labor del minuto
y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje,
al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer,
un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo
de la juvenil sonrisa:
¡ Dejad al huracán, mover mi corazón !
Ruben Darío
Feliz Domingo y mucho ánimo.