CAMIONEROS

Vamos por mal camino. Se ha iniciado una campaña nacional en los medios de comunicación contra los camioneros, gente recia , trabajadora sufrida, que echa cientos de horas al volante de sus cuatro ejes y que mantienen la tradición de llevar en sus vehículos de trabajo fotos de vírgenes , o no, que les acompañan en sus trayectos.

Una asociación ociosa ha pedido a la justicia que sancione a un empresario del transporte de mercancías que ha puesto en sus camiones la foto de una dama de buen ver y escasa ropa. Lo sorprendente no es que algún ciudadano de mente estrecha haya hecho uso de la prerrogativa que le asiste a protestar sobre lo que considere oportuno, sino que una legión de periodistas y charlatanes televisivos se han sumado a esa petición basando su sofoco en un supuesto carácter machista de la utilización de esa imagen femenina.

Una nueva inquisición especializada en la estupida y cada día más insoportable corrección política hace estragos en las mentes de los ciudadanos de este país que siempre mantuvo la tradición de honrar distintos símbolos religiosos o paganos, militares o civiles, literarios o deportivos, pero en definitiva iconos de una idea estimuladora de inspiraciones creativas.

Me reconforta no identificarme con ninguno de los santones – y en este caso diré también “santonas” – que se autoproclaman albaceas del usufructo de palabras e imágenes que pertenecen al ideario colectivo de una sociedad libre, en unos tiempos en los que la palabra prohibir forma parte del programa político de la progresiva reinante.

Los cuerpos desnudos de hombres y mujeres pueden verse en las playas nudistas, en los cuadros de Velázquez, en las películas de Almodovar, en las revistas que se venden en los kioskos y hasta en el diseño de los vestidos de fin de año de alguna presentadora de televisión, y así debe ser.

El que no quiera mirar que no mire y los que parlotean en contra de la libertad de expresión que callen, pero ya está bien de erigirse en censores de todo lo bello mientras entienden razonable y justo que otras manifestaciones esperpénticas de desnudos con mensaje de reivindicación política son toleradas sin que nadie – tampoco lo hago yo – proteste .

En estas últimas horas he visto a periodistas que por defender su hueco en una tertulia de televisión se convierten en defensores de la censura de los cuerpos desnudos y aceptan ser rehenes de la corrección política que impera en unos medios de comunicación que presumen de progresismo cuando su línea editorial en asuntos de moral y buenas costumbres es ultraconservadora.

Diego Armario