
CARLOS, POR FIN, QUIERE SER ALGUIEN
Debe ser muy triste ir por la vida de fracaso en fracaso hasta la derrota final, pero esa es la historia de un tal Carlos, que ni en sus mejores sueños pudo imaginar que heredaría el cetro del viejo Pujol.
Este señor, de flequillo adolescente, no ha acabo en su vida casi nada de lo que ha emprendido porque, como se reconoce en su propia biografía abandonó sin concluir sus estudios de Filología Catalana y empezó a trabajar en periodismo sin haber cursado la licenciatura.
Carles, que iba de número tres por Gerona a las elecciones autonómicas catalanas llegó a la presidencia de la Generalitat, tras la renuncia de Artur Mas, con la única credencial de que era uno de los más significados hoolingans independentistas, y que pondría más pasión que inteligencia en el proyecto separatista.
Me imagino esa reunión con el sanedrín de la casta mafiosa de la antigua Convergencia dándole los últimos consejos a alguien que jamás había llegado a ningún sitio hasta que ocupó el puesto de alcalde de su pueblo. Por eso tuvieron que dejarle muy claras las cosas y le dijeron:
” Escolta, seràs president de la Generalitat, però no la cagues. Has d’aconseguir la independència d’una punyetera vegada”.
Esta es la historia de un hombre que quiere que los libros le recuerden como alguien que por fin hizo algo que merecía el aplauso de los suyos, y por eso quiere inmolarse, y pide a gritos que le detengan, pero no lo consigue porque frente a él está la inteligencia y la prudencia de un estado fuerte que sabe cuáles son los tiempos de la justicia.
Carles Puigdemont da de sí lo que puede y sería injusto y desproporcionado exigirle mucho más.
Él, en lo suyo, es un crack, pero en los asuntos de estado para los que se necesitan otro nivel, está a por uvas.
Por eso cosechará otro fracaso y una vez más dejara sin acabar lo que ha emprendido.
Diego Armario
viñeta de Linda Galmor