
“Admirados superhéroes:
Mi más sincera felicitación porque con vuestras gestas deportivas hacéis felices a millones de admiradores que os contemplan arrobados y pasan horas y más horas en un mundo maravilloso, donde olvidan las penas cotidianas. Yo mismo he disfrutado mucho viéndoos en los campos de futbol, de golf, o en las canchas de tenis y baloncesto, sobre todo en mi juventud, pero también luego gracias a la difusión de vuestros éxitos a través de la televisión.
Creo que merecéis una sincera gratitud pues, el hecho de alegrar la vida a los demás, tiene derecho a ser recompensado. Lo digo espontáneamente; me siento en deuda con vosotros, a la para que me alegra saber que seguiréis proporcionando dicha a los aficionados al deporte.
Es más, muchísimas personas que nunca lo han practicado, ni lo siguen con asiduidad, disfrutan viéndoos triunfar y se alegran cuando leen noticias sobre vuestras hazañas. Que es así, lo compruebo en mi propia casa. Por lo tanto, ¡gracias, superhombre!
Pero el motivo de mi carta va más allá: espero suplir la ausencia de una voz amiga que funge de “despertador” y que os “limita el sueño iluso” a lo conveniente y a lo justo” para que esa vivencias tan agradables en el éxito merecido no os “endiose”.
Asentad los pies en el suelo: Tenéis unas cualidades especiales, quizás únicas, que ose permiten brillar sin nubes que oculten vuestra grandeza pero no perdáis de vista lo fundamental que no son los triunfos limitados a una veintena de años, cuando la vida es mucho más larga y sobre todo siempre tiene un final y una finalidad. La cordura es lo que permite al hombre saber medir los tiempos y valorar la vida en toda su extensión.
Desgraciadamente esta maestra nos ofrece con alguna frecuencia los llamados “juguetes rotos” por no haber resistido la tentación de creerse todo lo que les decían y obrado como si todo les estuviese permitido y su p-proceder no tuviera consecuencias.
Siempre me ha desasosegado ver cómo los “triunfadores” descuidan ese aspecto y no se preocupan de tener a su lado un asesor de que podríamos llamar de “formación cultural y humana” entendiendo esta como la formación “completa” es decir “también” como hombre “religioso”… Todo su interés se centra en el triunfo — especialmente por el lado “económico”–: sacarle rendimiento a la fama.
No necesitan alejarse en el tiempo para comprobar como las empresas se arriman a los triunfadores para aumentar su publicidad. Al día siguiente de que nuestro compatriota murciano se convirtiera en el número uno del tenis mundial, Carlos Alcaraz aparecía en cantidad de nuncios como “el hombre del producto fabricado por numerosas empresas”. La publicidad se les pega como las moscas a la miel, lo que, evidentemente llena los bolsillos de millones de euros.
A los tres o cuatro deportistas en la cúspide una revista les adjudicaba unas ganancias de más de mil millones de euros. Normal, pues, que tengan su avión propio, su yate, sus imponentes residencias…y su rentables negocios. Ya lo decía Quevedo_ Poderoso cabello es Don Dinero, ¿a quién no le seduce?
Pues bien, hay hombres –también deportistas– a los que no les somete, pero si van a las razones de ese autodominio, son personas que han meditado las palabras de Cristo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”
Gil de la Pisa ( El Correo de España )