¿ CASTELLANO O ESPAÑOL ?

Es preferible el término “español”. Por varios motivos. Y es que aunque la Real Academia Española desde su fundación denominó a nuestro idioma castellano, y a pesar de que la Carta Magna consagra dicho término para no «discriminar» a las otras lenguas españolas, es decir, vascuence, gallego y catalán (junto a sus dialectos como son, por ejemplo, el valenciano o el mallorquín), no debemos caer bajo ningún concepto en trampas políticas.

De hecho, la Academia se percató de ello y en 1923 cambió de criterio acertadamente, llamando tanto a su gramática como a su  diccionario «de la lengua española». Es más la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) también recomienda el uso del vocablo «español». Este término tiene a su favor el paralelismo con inglés, francés, italiano, alemán, etcétera. 

Por otro lado no es lo mismo español que castellano. No, no lo es.  Soy escritor, además de científico… Y algo (como el hecho de que la homosexualidad dentro de los mamíferos es muy limitada, amén de que en crudos niveles biologicistas sin macho y hembra nos extinguiríamos) algo sé de esto. 

Vamos a ver, el castellano es el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la época medieval en las provincias de Burgos y la Rioja, aproximadamente. Y por mucho que les pese a quienes hablen cualesquier otras lenguas del único país que existe, el español, la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (artículo número dos de nuestra Constitución), resulta que es una lengua que gozó de éxito, extendiéndose con celeridad en forma de cuña invertida hacia el sur e incorporando voces procedentes de otras lenguas peninsulares. 

Cito una serie de ejemplos: urraca, alud, boina, zurrón, órdago, cencerro, mochila, pizarra y muchos más casos que omito del vascuence; chubasco, botafumeiro, morriña, grelo, vigía, sarao, vieira, etcétera, del gallego; banderola, pantalla, barraca, clavellina, esquirol, dátil, mercería, y un buen puñado más de palabras del catalán. 

Esto es, se va enriqueciendo (algo asaz positivo).Se va contagiando de otras lenguas romances. Pero, es que, cuando España, en un ejemplo de grandeza y arrojo impresionantes, deja pasmado al mundo, conquistando, civilizando (sí, civilizando mediante el Derecho Romano y la prohibición, entre otras muchas aberraciones, de los numerosísimos sacrificios humanos llevados a cabo a lo largo de amplias regiones de Hispanoamérica, que, ojito, no es equivalente a Iberoamérica ni a Latinoamérica) y evangelizando medio planeta, y en consecuencia, dando lugar al más vasto y generoso imperio (dentro del ser imperio) que el Orbe haya conocido con sus 31 millones de kilómetros cuadrados, nuestra conspicua lengua continúa enriqueciéndose con incontables americanismos derivados de distintos idiomas que prefiero no especificar con objeto de no hacer demasiado prolija la presente exposición. Cito sólo algunos: chocolate, mico, cacao, maíz, tobogán, canoa, tiburón, caucho, hamaca, huracán, tomate…Me detengo ya, pues de lo contrario no acabaría. 

Por cierto, ¿y qué decir de los gitanismos? ¿Podríamos imaginarnos fácilmente el español actual desprovisto de palabras como camelar, cate, juncal, canguelo, paripé, gachí, curro, curda, chaval, chungo, etcétera? 

Sinceramente, creo que no. Por tanto, y en resumidas cuentas: una cosa es el castellano (lengua romance medieval en una zona originaria limitada)y otra el español, lengua internacional compartida por cerca de 600 millones de personas en el mundo, lengua impura (como dijera el egregio escritor mejicano Carlos Fuentes con ánimo y alegría), castellano harto enriquecido, evolucionado y modificado, ínclito idioma cuya preservación depende de todos los hispanohablantes. 

Cada frivolidad que cometamos en su utilización irá en nuestro detrimento. Pienso, hablo, escribo, siento en español. Con un orgullo inenarrable. Y más aún contemplando su imparable crecimiento, ya que se estima que en la segunda mitad de este,nuestro podrido siglo XXI, se convierta en la lengua más hablada. Cual aseverase Heidegger :»el lenguaje es la casa del ser». Chapó. 

Pedro J. Pérez ( Actuall )