CAZA A LA LIBERTAD

Vaya por delante que no soy cazador, y difícilmente el arte cinegético puede terminar siendo mi vocación tardía. Ello no me impide entender la pasión de esos cientos de miles de españoles que cada año, en distintas épocas, responden a una llamada, probablemente atávica, de acudir al campo y relacionarse con la naturaleza a través de una de las conexiones más primigenias que el hombre y la tierra han desarrollado.

Para ellos, la caza es una hermosa y noble afición. Existen, además, rigurosos estudios acerca del innegable papel ecológico y económico que ejerce en la defensa de la Naturaleza. A la caza se le deben una actividad productiva y una cultura seculares en todos aquellos rincones de España donde se practica.

Los ataques al mundo venatorio constituyen un desatino más de una sociedad empeñada en deslizarse por el totalitarismo más simplista.

De nuevo hay que advertir que no es la caza la que está en peligro. Los que de verdad están en riesgo son otra vez la libertad, la convivencia y el respeto a las ideas ajenas. No son los toros, no es la caza… es la libertad.

El Astrolabio ( ABC )