
CORRUPCIÓN MORAL
Si aceptamos al estado democrático y nos beneficiamos de todas sus ventajas, entonces tendremos que reconocerle su capacidad para juzgarnos, e incluso su competencia para cortar el paso a todo aquel que, por la vía de la corrupción material o moral, es indigno de participar en el gobierno de esta democracia. La corrupción no la protagonizan solo aquellos que se llevan a sus bolsillos el dinero público.
También existe la corrupción moral, tan denigrante y denigrada como la otra, que en una de sus vertientes se traduce en incumplir las leyes desde una posición de poder. En ese estado de inmoralidad se encuentran los sediciosos Puigdemont y Junqueras. Ambos han arrasado con el más elemental de los mandatos de una democracia, que es el respeto a la Ley.
Cada uno a su manera, han dado todo un ejemplo de intolerancia y desprecio del Derecho, a pesar de que se envuelvan en un manto de falsa democracia y moderación. Recuerde Junqueras que a Dios hay que darle lo que es de Dios y al César lo que es del César.
El Astrolabio ( ABC )