La cobardía es la mejor compañera de los mediocres que esperan a ver por dónde sopla el viento del odio para ponerse de culo y aprovechar el impulso de la ola, y por esas razones Pepón Nieto no ha querido dejar pasar la oportunidad de insultar gravemente a una mujer utilizando la consigna vomitiva del clan de odiadores que llaman loca a la Presidenta de la Comunidad de Madrid.

El tal Nieto, al que nadie le echa en cara sus complejos porque sería cruel hacerlo, ni siquiera se ha esforzado en imaginar un reproche político contra una mujer que, según podría deducirse de la fobia que siente por ella,  ha sido elegida por varios millones de fascistas recalcitrantes, homófobos y machistas, y que tiene inquietos incluso a sus compañeros de partido porque brilla con luz propia, sino que ha echado mano de un mal libreto escrito para gente menor y ha dicho en un programa de televisión que Isabel Ayuso está mal medicada.

A un actor, aunque sea como Pepón Nieto, hay que pedirle un mínimo de creatividad porque en caso contrario descubre que es un fraude para su público que espera de él que sea capaz de sorprenderlo con una cierta originalidad y no con la simplicidad de los mediocres que carecen de imaginación.

 Ese permanente desprecio hacia Isabel Díaz Ayuso es algo parecido al bullying, indignidad moral que practican bastantes ciudadanos que viven incluso fuera de la Comunidad de Madrid y que no tienen inconveniente en soportar en silencio conductas delictivas de sus gobernantas por delitos graves de los que se ha ocupado la justicia, pero tienen tiempo de salpicarse con el vómito que expelen contra una señora que ha ganado las elecciones por una amplia mayoría.

Como diría Goyo Jiménez, monologuista al que admiro, algo así no sucedería en los Estados Unidos porque allí hay actores famosos y respetados que a lo largo de su vida han votado al partido republicano y no sienten la necesidad de pedir perdón ni de avergonzarse y mucho menos de sentirse acomplejados. Pero aquí casi todo es distinto y si eres actor y no eres de izquierda, el bullying, te lo hacen a ti tus propios compañeros.

Yo, como no tengo problemas con esas conductas fóbicas, diré que conozco personalmente a Isabel Díaz Ayuso, sé que es una mujer valiente, inteligente, fuerte, sin complejos y en ocasiones brillante, a la que unos odian y otros temen porque no en balde ha superado ampliamente la prueba del algodón de las urnas.

De todas formas, para no quitarle protagonismo a quienes se siente obligados a insultarla para acreditar que no se apartan del camino del buen progresista, diré que les comprendo porque debe ser un drama no caminar junto al rebaño y distanciarse de la consigna oficial, aunque eso implique ser injustamente cruel.

Diego Armario