
CUANDO ECHENIQUE VOMITA
Pocas veces he escrito sobre el Rey Felipe VI entre otras razones porque no soy muy dado a elogiar a quien cumple con su deber, como si resultase especialmente meritorio que la gente sea educada, correcta, responsable y esté comprometida con las obligaciones que asume.
Tampoco tenía intención de haberlo hecho ahora que ha cumplido cuarenta años, porque aunque he podido hablar con él en varias ocasiones durante un tiempo prolongado, mi relación ha sido ocasional y profesional, circunstancias no crean adicción.
Sin embargo más de una vez he pensado que en estos momentos la alternativa a Felipe VI sería uno de los políticos que conocemos en todo el arco parlamentario, y con solo imaginarlo me entran ganas de emigrar a Argentina y pedir la nacionalidad.
Vivimos unos tiempos en los que la excelencia provoca celos porque el nivel de quienes sientan sus posaderas en los escaños de los distintos parlamentos de la nación es tan cutre, que cuando se encuentran con alguien como el Rey, preparado, inteligente, poliglota, elegante y aseado tienden a ponerle pegas, y eso es lo que me ha llevado a escribir hoy estas reflexiones.
Como no tengo ningún complejo a la hora de citar la nacionalidad de los delincuentes que no pagan a Hacienda o a sus empleados y trabajan para que nuestro país tenga cada día más dificultades y esté más enfrentado y dividido, diré que me ha inspirado el argentino Pablo Echenique cuando leí la felicitación que le enviaba por su cumpleaños ,a través de twitter, a un español que sí se gana el sueldo que cobra.
No reproduzco las palabras que vomitó contra el jefe del estado que generosamente le ha acogido, el emigrante y secretario general de Podemos, elegido a dedo por descabezamiento de Iñigo Errejón, porque prefiero destacar su más preclara aportación a la defensa del feminismo en España.
Pablo Echenique cuando no tiene a quién insultar acostumbra a interpretar la canción titulada “Chúpame la minga, Dominga, que vengo de Francia, chúpame la minga Dominga, que tiene sustancia”, sin que la señora Dominga ni ninguna otra compañera suya de partido denuncie ese desprecio hacia las mujeres.
Lo de este personaje desagradecido dedicado a cultivar el odio contra todo lo que signifique la España Constitucional, como también hace su compatriota y número dos de Ada Colau, Gerardo Pisarello , no tiene nada que ver con el comportamiento de miles de argentinos que viven integrados y trabajan en España con naturalidad y respeto a nuestras instituciones, nuestras leyes y nuestras costumbres.
Echenique, por sí solo, es un poema sin rima.
Diego Armario