
DEL » NO ES NO » AL » YO ES YO »
El presidente del Gobierno en funciones, sentado sobre los votos de la mayoría de la moción de censura, nos ha explicado tres meses después de las elecciones por qué esta mayoría no es ahora una alternativa de gobierno viable para los próximos cuatro años.
Yo no dudo que Pedro Sánchez tenga convicciones; todo el mundo las tiene. Pero no sé si son las que le hacían defender, cuando tenía 84 diputados, que la mayoría de la moción de censura era una alternativa viable y de progreso para la gobernabilidad de España o las que hoy le impiden formalizar un gobierno de coalición con Pablo Iglesias desde que ha descubierto que defiende un referéndum en Cataluña y la existencia de presos políticos. Podría pensarse que sus ambiciones son más fuertes que sus convicciones, y que ambas son ciertas dependiendo del contexto.
Pero si son sinceras estas últimas creo que, durante los más de 80 días que han transcurrido desde las elecciones, el candidato a la presidencia podría haber formado una mesa de trabajo con los partidos constitucionalistas.
En ella podría haber reconocido su error histórico del no es no y que esa mayoría de la moción de censura que le hizo presidente no sirve para gobernar sino sólo para ocupar el Gobierno. A partir de este reconocimiento, podría haber intentado consensuar una respuesta constitucional al desafío territorial sobre algunos elementos esenciales: que no habrá indultos si hay condenas en el juicio del procés, que cualquier futura reforma constitucional no incluirá el derecho de autodeterminación, que no existe una legitimidad alternativa al principio democrático y que abandona cualquier pretensión de convertir a España en una Estado plurinacional, reconociendo que España no es un Estado de naciones iguales sino una nación de ciudadanos iguales.
Sin embargo, durante estos 80 días el candidato Sánchez ha reconocido haber dedicado el 99% del tiempo ha discutir con Pablo Iglesias si este debía estar o no en el Gobierno. Imagino que el 1% restante es el que ha dedicado a pedir a PP y Cs la abstención con el sólido argumento de «o gobierno yo o gobierno yo», y «si no lo permitís seréis los responsables de una repetición electoral».
Si no es así, por muy buenos que sean los guionistas y el eslogan elegido creo que lo tendrán muy difícil para convencernos de que un gobierno de coalición con ministros de Unidas Podemos que necesita de los independentistas para conformar mayorías suficientes no es un Frankenstein II por la única razón de que Pablo Iglesias no forma parte del mismo.
Es un reto demasiado difícil y posiblemente suceda como en el cuento de Augusto Monterroso: que cuando acaben su relato, abrirán los ojos y Frankenstein seguirá allí.
Soraya Rodríguez ( El Mundo )