
El Palacio de Buckingham ha invitado a Don Juan Carlos al entierro de Isabel II, como ha hecho con otros monarcas europeos que han abdicado en favor de sus herederos.
Era lógico que así fuese, más en el caso de Don Juan Carlos que, además de ser el decano de las Coronas europeas, está emparentado con la fallecida.
No se entiende por tanto la intromisión del Gobierno y del PSOE, con el ministro Albares y Patxi López a la cabeza, reivindicando una especie de protocolo inventado de lo que, a su juicio, debe ser la representación española en el sepelio real, que solo corresponde decidir al organizador de la exequias.
Nada tiene que opinar el Ejecutivo de la presencia o no de Don Juan Carlos, que está en su derecho de acudir a dar el último adiós a su prima, coetánea en el Trono británico durante todo su reinado en España.
Crear una polémica añadida y sobreactuada sobre la agenda de Don Juan Carlos, y politizarla además involucrando a la Casa Real cuando de un funeral se trata, carece de sentido.
ABC