Aguantamos todo con un estoicismo que clama al cielo, con una sumisión rayana en el servilismo. Aquí, nadie o casi nadie levanta la voz por nada, ni protesta por nada, hagan lo que hagan los que nos gobiernan y sus perniciosos socios.

Más allá de la preocupación por “terracitas”, “cañitas” y “playitas” que concluyó con el verano, seguimos acobardados, amedrentados por culpa de esta “plandemia” china que nos está llevando a la ruina. Continuamos ocultos tras los bozales, manteniendo eso que pomposamente llaman “distancia social” que no es otra cosa que una burda excusa para que nadie se reúna a protestar, para que nadie alce la voz, tolerando, estoicamente, que se comenta con nosotros cualquier tipo de tropelía y atropello.

La prensa, radio y televisión, al menos esa vilmente comprada por el poder miserable, sigue recordándonos, cada día, las supuestas cifras de nuevos contagios y fallecimientos, que me gustaría saber si están realmente contrastadas y relacionadas con el chinovirus, e insistiendo en que hay que llegar a promover la vacunación obligatoria.

Se les llena la boca con esos temas hasta el hartazgo, importándoles muy poco que se conculquen nuestros derechos o se lesione el principio del ejercicio de la libertad individual de cada uno y, mientras tanto, al resto de los problemas les dan de lado o simplemente pasan sobre ellos de soslayo.

El otro día hubo que aguantar a una malvada ignorante IBM -no hablo de la conocida empresa multinacional americana, hablo de otro significado que también tienen estas siglas- de pelo pintado, de aspecto desagradable, acomplejada y rebosante de odio además de otras cosas, invitar públicamente a que se atente contra determinada formación política, a que se mate a los que no piensan como ella, y lo hizo sin recatarse, en un programa presentando por otro canalla que, para más inri, ocupa un puesto en una de las Cámaras de representación y aquí nadie dijo nada, nadie salió a protestar y mucho menos esa izquierda recalcitrante y casposa capaz de rasgarse las vestiduras cuando alguien hace una glosa del Caudillo o quiere poner en su sitio a un tipo deleznable como Largo Caballero o al canalla y criminal frente popular.

Aquí, en breve, te meterán en la cárcel o te multarán por hablar de Franco aduciendo un delito de apología a no sé qué, mientras que victorear a asesinos como Stalin, la Pasionaria o la canalla etarra, constituye, al igual que lo de esa IBM acomplejada a la que me he referido, simplemente un ejercicio de libertad de expresión.

Se trata de la forma tradicional con la que aquel socialismo que, erróneamente, creímos desaparecido, alentaba a sus bases “chequistas” contra todo aquel que no se sometiese a sus dictados totalitarios. Siempre fueron iguales, pese a aquel pretendido lavado de cara de los 80 que no fue más que un espejismo y una estratagema para engañarnos.

Ahora, el tipo del pantalón de pitillo y ademanes de chulo de barrio bajo, ese que osa hablar de patriotismo con la boca llena, nos viene con que, en breve, retirará a la Guardia Civil de Tráfico de Navarra, paso previo a que retire a los efectivos de demarcación, lo mismo que hará a renglón seguido con la Policía Nacional, para así asegurarse el sucio voto o, al menos, la abstención de los proetarras, y aquí nadie dice nada.

Aquí se permite que un mentecato fije públicamente la fecha de independencia de Cataluña y aquí nadie dice nada. De igual modo se permite que se celebren homenajes a asesinos etarras y aquí nadie levanta la voz para protestar, exigiendo justicia para las víctimas.

El igual medida, nadie dice nada mientras los sociatas y la malvada podemía pretenden, para alcanzar sin cortapisas su poder totalitario, en plan bolchevique/bolivariano, asumir el poder de los órganos de la Justicia para colocar a los amiguetes que se conviertan en cómplices de sus objetivos.

¿Cuántos protestaron por colocar al frente de la Fiscalía General del Estado a una afín a la causa? Nadie o muy pocos, pese a la gravedad que comporta un hecho de estas características que cercena, en buena medida, la independencia de la que debe gozar el estamento fiscal a la hora de defender los intereses del Estado y del pueblo, que no del gobierno.

El precio de la luz se dispara a niveles históricos y ni siquiera nadie levanta la voz para protestar por tal disparate y menos aquellos que otrora salieron a las calles a clamar cuando otro gobierno, de otro color político, tuvo la osadía de subir en un porcentaje mínimo el recibo de la luz.

¿Dónde están esos sindicatos tan reivindicativos y combativos que no salen a protestar a las calles en defensa de los intereses de los más desfavorecidos? No se les espera, cómo van a morder la mano que les da de comer o a la de aquellos con los que mantienen estrechos lazos de vinculación ideológica.

¿Dónde están aquellas grandes manifestaciones y protestas de los pensionistas que, vilmente manejados por la izquierda, salían a las calles a alzar la voz contra su situación de penuria? En ninguna parte, en sus casas callados y amedrantados por la “plandemia” asesina.

¿Dónde están aquellos que decían defender a ultranza los intereses de los desalojados por embargo? Se desconoce, más allá que cobrando buenos sueldos y ocupando alcaldías y concejalías a las que llegaron, precisamente, gracias a sus falsas promesas electoralistas, mientras que los embargos se siguen multiplicando.

¿Dónde está esa izquierda y esa pijoprogresía que protestó airadamente cuando un individuo fuera de sus cabales remitió, vía postal, un proyectil a determinados políticos socialistas? Un hecho a todas luces deleznable, que está al mismo nivel que esa amenaza solapada inherente a la fotografía de la pistola con que ilustró un artículo el tipejo miserable de la melena sucia o las manifestaciones hechas por la IBM del pelo pintado en presencia de ese otro canalla que sabe muy bien como hace honor a su apellido.

Sin embargo, no vemos que hayan protestado, ni tan siquiera que se hayan solidarizado con los miembros de esas otras formaciones políticas que recibieron tales amenazas.

¿Dónde están los perroflautas y demás elementos de la ultraizquierda tan reivindicativos y siempre dispuestos a incendiar las calles ante cualquier amenaza a la libertad y a los derechos individuales? No se sabe. No vemos que salgan a protestar contra estos que siguen limitando nuestras libertades hasta límites inconcebibles y arruinándonos con impuestos.

¿Dónde están los que salieron a la calle a llorar amargamente por el legendario “Excalibur”, clamando contra el gobierno de aquel momento? No los hemos visto salir a exigir que se explique, de una vez por todas, qué sucedió durante los meses álgidos de la “plandemia”.

¿Dónde esta ese colectivo sanitario izquierdoso que lleva años exigiendo que se mejore la sanidad pública y, sin embargo, no ha levantado la voz para clamar contra los que no les facilitaron los más elementales medios de autoprotección lo que provocó lamentablemente la muerte de muchos de ellos? Ni se les espera. Si en lugar de gobernar estos, fueran otros, las manifestaciones no cesarían, exigiendo ceses y dimisiones.

¿Dónde están los ecologistas, veganos, animalistas y demás amantes del planeta por postureo, esos que nos quieren prohibir comer carne y poner la calefacción y, sin embargo, no salen a protestar por la gigantesca contaminación que provoca la industria china? En ninguna parte, ya que, en el fondo, no se trata de eso, se trata simplemente de arruinar a España y acabar con ella, lo del planeta es una milonga que les trae al pairo.

¿Dónde están las feminazis, con esas ministrillas de poca monta e ignorancia supina al frente, que no salen a dar la cara por las mujeres afganas, privadas de todos los derechos, incluido el de trabajar? Supongo que en sus lujosos despachos o en sus chiringuitos pagados por todos ya que tampoco las vemos encabezando grandes protestas o sumando esfuerzos para defender a aquellas pobres mujeres, víctimas de la barbarie talibán.

¿Dónde están todos esos del lgtbihkyz…, etc., que no protestan airadamente por las últimas decisiones adoptadas por el gobierno comunista chino con relación al férreo control de la imagen personal, atentatorio contra el principio más elemental de libertad? Están calladitos y amilanados no sea que pierdan algunas de las cuantiosas subvenciones que reciben para mantener activos sus chiringuitos.

¿Dónde están todos esos, incluidos los viles medios de comunicación, que protestan airadamente contra cualquier agresión y sin embargo se callan, de forma miserable, cuando los agresores o los violadores son menas o inmigrantes ilegales? Ni están, ni tampoco se les espera y, si no, que se lo pregunten al pobre Samuel, aquel chico vilmente asesinado en La Coruña, que cayó en el olvido cuando supieron que su muerte no podía servir a sus intereses bastardos.

Aunque todavía no llegó el momento, en unos días, cuando todos regresen a las aulas, habrá que preguntarse también, ¿dónde están aquellos universitarios combativos que siempre fieles a los dictados de la izquierda que domina la Universidad, solían salir a protestar masivamente cuando los que gobernaban eran otros, aduciendo cualquier motivo estuviese o no justificado? En ninguna parte. Seguirán con sus asambleas y sus imposiciones totalitarias, aguardando a que manden otros para echarse a la calle e incendiarla con cualquier pretexto.

¿Dónde están los grupos de aficionados más virulentos de los distintos clubes de fútbol, la mayoría manejados por la izquierda o la ultraizquierda, causantes de tantos problemas que, sin embargo, ahora no protestan por la limitación de sus libertades a la hora de concurrir a un estadio a presenciar un partido de su equipo? Pues, calladitos y debidamente separados, no por responsabilidad, simplemente para no contrariar al que manda.

¿Dónde está el pueblo español que calla ante todas las tropelías que se están cometiendo contra él, mentiras, privación de libertades, arrestos domiciliarios, toques de queda, amenazas de vacunaciones obligatorias, pasaportes especiales, subidas de la luz, de la bolsa de la compra, del paro, de la pobreza, etc.?

Ahí sigue con la boca cerrada, preocupado en exclusiva por todas esas milongas de qué si en octubre llegará una nueva cepa más peligrosa que las anteriores y para la que será necesario inocularse una nueva dosis de no sé qué vacuna, para que las empresas farmacéuticas globalistas se hagan, a cada paso, más ricas.

Aunque lo realmente grave de todo esto es que todavía queda algún español capaz de votar nuevamente al partido socialista o a la malvada podemía, lo más canalla y corrupto de la historia de España. ¡Vergonzoso!

José Eugenio Fernández Barallobre ( El Correo de España )