Nunca he sentido deseos de vivir en el futuro y, menos, en el pasado, me contento con el tiempo en que he vivido que incluye tres etapas muy distintas, República, guerra y posguerra, que le vacunaron a uno para todo; las andanzas por el extranjero, donde se aprende que en todas partes cuecen habas, y lo que va de este siglo loco, que no sabemos hacia dónde va.

Pero me gustaría saber qué van a decir los historiadores de ello. Sospecho que no serán tan catastrofistas como lo estamos siendo nosotros, y, concretamente, la Transición española merecerá más aplausos que silbidos.

Demostró que se puede pasar de una dictadura a una democracia sin derramamiento de sangre, algo que no se creía posible e imitaron incluso los rusos, aunque se quedaron cortos. También nosotros nos quedamos, con dos fallos garrafales: crear un Estado de las Autonomías sin dejar claro que no significan soberanías, sino administración local, y montar una partitocracia más que una democracia, lo que atenta contra el equilibrio de poderes y puede acabar en dictadura, como estamos viendo.

Lo atribuyo a que el franquismo sentía tal horror a los partidos políticos a los que echó la culpa de todos los males de España. De ahí que pasasen de no existir a la posibilidad de tenerlos todos, que es el follón en que estamos metidos. Quiso evitarse con un Consejo General del Poder Judicial que nombrase los jueces. Pero si los partidos nombran tal Consejo, estamos en las mismas.

El reparto de sillones entre Congreso, Senado y Magistratura ha llevado a un bloqueo de los nombramientos y a una batalla campal política. El Gobierno quiere cambiar las reglas, lo que le permitiría nombrar en adelante el entero CGPJ, o sea, controlar la Justicia, con todo lo que eso significa.

El PP presentará hoy un proyecto para que sean los jueces y sólo los jueces los que nombren a su Órgano rector. Seguro que se lo tumban, pues Sánchez parece dispuesto a seguir adelante con sus planes, como el PP, a apelar en Europa, y no en sus tribunales, sino en la Comisión que ya atiende casos parecidos en Hungría y Polonia.

Con lo que se convierte en una bomba H, al afectar a los Fondos de Recuperación que Bruselas piensa distribuir entre los miembros en peor situación por la pandemia, pero teniendo en cuenta que cumplan con los parámetros democráticos, entre los que la «independencia de la Justicia» es uno de los principales.

Resulta tan curioso como significativo que cuando se debatió allí el caso de Polonia, semejante al español, los representantes del PSOE sostuvieron que se le retirase cualquier tipo de ayuda. Veremos lo que dicen ahora, pues esa ayuda es tan necesaria para España como el mismo aire que respiramos.

Va a ser un duelo al sol. No sé qué opinarán ustedes pero entre un juez elegido por los políticos y otro elegido por los jueces, yo siempre preferiría el segundo, aunque sólo fuese por el qué dirán.

Y por si acaso.

José María Carrascal ( ABC )