
EL BUFÓN DE CATALUÑA
Hoy he estado atento a asuntos informativos de mayor calado, pero los telediarios han coincidido en destacar que el precio de los huevos se dispara en España porque escasean, y como cada vez que leo o se me ocurre una metáfora no hay quien me pare en el entusiasmo por desarrollar con letras los sentimientos que me inspira, no he tenido más remedio que pensar en Puigdemont , un tipo gris, cutre y cobarde sobre el que no tengo ninguna duda que es carne de psiquiátrico y por eso sus abogados esgrimirán la eximente de locura mental no transitoria.
Josép Tarradellas, el ex Presidente de la Generalitat, advirtió que en política se podía hacer todo menos el ridículo, y hasta ahora sus sucesores le hicieron caso porque unos robaron, casi todos mintieron y algún charnego anduvo despistado y entregado a los nacionalistas para hacerse perdonar no haber nacido en Cataluña, pero el único que ha pasado de hacer el ridículo a resultar patético es el delincuente que estos días está en Bruselas.
Lo mejor de todo esto es que no hay nadie que haga nada por impedírselo, y ese es un acierto del gobierno, porque mientras pazca por esos lares y continúe diciendo que está perseguido por sus ideas, la gente seria le irá señalando como el bufón de Cataluña, como ya le empiezan a considerar no pocos independentistas que han salido en las televisiones avergonzándose de alguien que les ha defraudado.
Imagino que la policía judicial estará investigando de dónde saca el dinero que se gasta para tanto como destaca, porque si hay algo que no se le perdona a ningún ciudadano en este país es que se utilice dinero que no es suyo o que no lo declare a Hacienda.
El tipo este, que nunca fue ni será honorable, es un lamentable accidente en la historia de Cataluña que durante años ha exportado música, pintura, cine, éxitos deportivos y empresariales, pero que ahora está siendo vista en el mundo a través de una de las imágenes más cutres, indignas, cobardes y lamentables que jamás imaginó, porque Puigdemont ha traicionado a los independentistas de corazón y está exhibiendo toda la miseria moral de la que es capaz.
Cataluña no se merece esto, como tampoco se merece a los otros que han vivido a cuerpo de Obispo con subvenciones millonarias de los presupuestos de la Generalitat, mientras su gobierno recortaba dinero a la sanidad, ayudas sociales y a la dependencia.
Sin embargo, y mal que le pese a quienes hasta hace unos días los jaleaban y hoy callan como barraganas, a la espera de que el de los pelos tengo huevos de regresar a España para acudir a la citación de la justicia, este país está recuperando ganas, ilusión esperanza y valores olvidados.
Diego Armario
viñeta de Linda Galmor