Nos despachamos esta semana con una noticia. Un jubilado se enfrenta a 25 años de cárcel por matar al ladrón que entró a robar a su casa. No es la única de este tipo en los últimos tiempos, ya que la inseguridad en este país crece a un ritmo insospechado.

En la memoria anual que la prestigiosa revista norteamericana de los años setenta, presentaba con las incidencias de número de televisores o de teléfonos por país, existía un apartado dedicado a la seguridad, la delincuencia o el crimen. Concretamente en 1973 su anuario nos hablaba de los delincuentes en prisión en los diferentes estados, y concretamente en Europa.
En cifras absolutas, es decir no relacionadas con el número de habitantes y, por lo tanto cifras ponderadas. Existió durante todo el quinquenio inicial un país preponderante en Europa: Finlandia, que en números absoluto de personas ingresadas en centros penitenciarios, era el de menor número de reclusos. Ahora bien, siempre había una serie de países, tres en concreto que rivalizaban por el penúltimo puesto.
Y ¿a que no saben quien era habitualmente el penúltimo?, pues sí España. Curiosamente la denominada por el actual rojerío: «la oprobiosa dictadura de tan infausto recuerdo», era, siendo como ellos dicen la segunda por inferior número o la penúltima en número de presidiarios, y eso contando con lo que la propaganda social-comunista decía de que las cárceles españolas estaban llenas de disidentes políticos. Lo cual tampoco era muy difícil, porque el número de centros penitenciarios era muchísimo menor que el actual.

Lo anterior nos lleva a la noticia con la que abrimos este artículo de opinión. Noticia que inmediatamente ha tratado de ser neutralizada con tergiversaciones de los de siempre, o sea Newtral y Maldita, dos empresas subvencionadas con nuestros impuestos y dirigidas por amiguetes/as/os de Pedro Sánchez y demás patulea.

Lo cierto, es ni más ni menos que un delincuente, y digo delincuente por sus innumerables detenciones, por innumerables también delitos, de un individuo que no era de nacionalidad española y que tampoco había entrado en nuestro país de una manera, digamos correcta y legal.

Pero, en este país no se mete en la cárcel, primeramente a las personas que entran ilegalmente en él; Con el fin de una vez comprobados todos los extremos legales expulsarlas de aquí. Sino que se les deja libremente en la calle y por muchos delitos que cometan, aunque no tengan domicilio ni propiedades que puedan avalarlas, frente a responsabilidades provenientes de los daños que hayan o puedan provocar. Pues nada, que sigan, hay que ser humanos.

Por contra, cuando uno de los más de un millón de denunciados, sobrepasamos los dos millones de denuncias de una ley impuesta por Zapatero, son inmediatamente detenidos y suelen pasar hasta varios días en el calabozo en Comisaría, sufren la ignominia de ser detenidos en sus puestos de trabajo o delante de sus familiares, preferentemente sus hijos, sobretodo si son pequeños, para mayor escarnio, cuando además la mayoría de las veces, no saben ni porque les detienen, y aunque según la ex-vicepresidenta del gobierno de este país, solo el 0,004% de esas denuncias son falsas lo cual choca con que tan solo poco más del 5% acaban en una sentencia condenatoria. Se me olvidaba, esas detenciones se producen sobre españoles y casi nunca sobre extranjeros. También la propaganda en medios de comunicación es brutal contra los españoles y desconocida y oculta para los extranjeros.

Nos da una idea muy clara de que aquí lo que se pretende es criminalizar y castigar a los españoles, sean o no culpables de algo, sobre todo si se defienden de una intrusión de madrugada en su propia casa; como el asunto del que inicialmente hablamos. Curiosamente y por mi profesión he viajado mucho a otros países, de todo tipo político-social y confesión religiosa.

Nunca en ninguno he visto lo que aquí está pasando. De hecho he llamado telefónicamente a varios antiguos compañeros de otras nacionalidades, que por supuesto no daban crédito a lo que les contaba. Pues el principio básico de inviolabilidad del domicilio, sobre todo en países anglosajones es sagrado. En algunos países está tan claro, que si tu encuentras a alguien dentro de tu casa, puedes proceder a enviarle a que lo juzgue Dios y no a la Comisaría.

En España por contra, los social-comunistas y los blanditos de la derecha cobarde, han creado o apoyado leyes que protegen a los agresores, sobre todo foráneos, y criminalizan a quien está en su casa y se defiende.

Mi pregunta es: ¿por qué los profesionales de la Justicia? ¿por que los profesionales de las fuerzas de seguridad? ¿por que los políticos? Callan y no sólo no tratan de cambiar la situación, sino que se ceban en la persona que ha defendido su casa, la vida de su familia y su propia vida.

Y ahí lo dejo

José Antonio Ruiz de la Hermosa ( El Correo de España 9