EL ESTADO DE ALARMA EMPIEZA AHORA

Ha sido faltarle al Gobierno el apoyo que le brindó el PP durante la escalada de la pandemia y poder redescubrir, abierto en canal, ahora que se pueden volver a practicar autopsias, el cuerpo de un Ejecutivo hecho de implantes y cuyo funcionamiento depende de los respiradores artificiales que le proporcionan sus socios, de gobierno o legislatura. Aire.

Cuando el ministro Ábalos se pone en modo adivinatorio y dice que a lo mejor se puede viajar entre comunidades a partir de la semana que viene no hace sino confesar su fe en el cálculo de probabilidades que explica y define una legislatura que ya está en la nueva anormalidad, que es la única a la que aspira su Gobierno

El estado de alarma no era la herramienta imprescindible para salvar vidas a la que se refería el aparato de La Moncloa, sino lo que viene ahora, ese estado de alarma que a uno le entra por el cuerpo cuando observa los movimientos, reflejos condicionados, de un Ejecutivo cuyo mando único solo sirvió para amedrentar a la oposición que lo hizo posible y subastarlo en las rebajas de junio, que son las mismas de enero: el mismo género, ahora desinfectado y manipulado con guantes de nitrilo.

Reabre el bazar. Entran Bildu, el PNV o ERC. «¿En qué puedo ayudarle?», pregunta la dependienta. «Venimos a mirar». «Me tienen para lo que necesiten, tenemos otra vez de todo».

De la esfera opaca de las certezas médicas pasamos a la transparencia de la incertidumbre con que el Gobierno de Sánchez coge el coche sin saber para dónde tirar. Cuando el ministro Ábalos dice que a lo mejor se puede viajar de una comunidad a otra a partir de la semana que viene no solo expresa una hipótesis de trabajo, sino que inaugura una nueva fase de la desescalada del Ejecutivo, ya definitiva, hacia la anormalidad que se deriva de su dependencia.

De una solemnidad pasajera y hoy caduca, aquellas frases que le escribían a Pedro Sánchez para que las pronunciase en el Congreso durante sus sesiones de investidura como mando único revelan hoy toda su artificialidad e impostura.

«Lo anterior a la crisis no sirve ya como patrón de medida», decía el presidente del Gobierno, pasado de rosca y épica. Ahora se sube sin rumbo fijo al coche de Ábalos, el mismo en el que comenzó, cantando el «Resistiré», su campaña de primarias en el PSOE. Todo lo anterior a la crisis es de nuevo el patrón de medida.

Vuelve el estado de alarma. El bazar, al 30 por ciento de su aforo, se ha llenado.

Jesús Lillo ( ABC )

viñeta de Linda Galmor