
EL FACTOR MANGANCIA
Cuando el PSOE se pone fino y comienza a impartir lecciones morales cuesta no sonreír. Es el partido de Filesa y el del mayor saqueo a las arcas públicas que conocemos (los ERE). Tiene problemas con su financiación en Valencia, tiene el caso Aquamed, tiene a dos de sus exlíderes en Galicia en tribunales, mantiene a una ministra de Justicia que siendo fiscal se tronchaba en alegre francachela cuando un policía corrupto le explicaba su red mafiosa…
Su ventaja es que sus vergüenzas se airean menos que las de la derecha. En Andalucía, hoy sabemos que directivos afines al PSOE lo daban todo en casas de lenocinio con el dinero de una fundación pública. Si un desmán así lo hubiesen perpetrado ejecutivos peperos, la televisión al rojo vivo no daría tregua denunciando el robo, el abuso machista… Al protagonizarlo socialistas pasa de puntillas.
Pero no siendo el PSOE ejemplo de nada, es cierto que el último lustro del PP ha sido un constante chapotear en el lodo. Su tesorero ocultaba una fortuna en Suiza. Rato, el cerebro económico del aznarismo, el hombre que pudo reinar, está en la cárcel, como el ministro Matas. En el PP valenciano se acaba antes diciendo quién no resultó imputado. En el Madrid de Aguirre operaban Rinconete y Cortadillo (Granados y González). La red de Correa, Fabra…
Sorprende lo poco que se habla de la influencia de la corrupción en el descalabro del PP, cuando lo cierto es que muchos votantes del partido -especialmente los jóvenes- se han pasado a Ciudadanos asqueados por el carrusel de escándalos.
La mayoría de los casos se fraguaron en la etapa de Aznar, que falló clamorosamente en su deber de vigilancia y no ha tenido el detalle elemental de pedir disculpas ni una vez. Por eso Casado no acertó al iniciar su liderazgo bajo su advocación. Solo volando solo, «sin tutelas ni tu tías», que diría el viejo Fraga, tendrá un futuro político. Aznar y Rajoy tienen su lugar, sí: los libros de historia.
Luis Ventoso ( ABC )