
EL VALOR DE LA PALABRA
El parlamentarismo educado, creativo, inteligente, ocurrente y, por supuesto fiscalizador del poder, es algo ganado a lo largo de los años por las sociedades avanzadas.
Es, de hecho, una de sus columnas fundamentales: sustento y motor del juego democrático de la alternancia. Nada de eso estamos viendo en los primeros pasos de la actual legislatura.
Bueno sería que nuestros diputados orillasen el insulto, se serenasen un poco y comenzaran a enseñar a la ciudadanía el valor del diálogo ponderado.
Es cierto, no obstante, que bajo el mantra del «diálogo» están colando a la opinión pública todo tipo de tropelías, incluida la de saltarse a los tribunales, que por cuatro veces han inhabilitado a Torra.
Prefieren seguir con el truco de la zanahoria a los independentistas y golpistas, mientras se levantan cortinas de humo por todas partes para no hablar de lo que de verdad importa.
No corren buenos tiempos para la democracia española. Se traicionan consensos elementales, envolviéndolo todo en la parafina de la demagogia.
Urge volver al camino de las buenas prácticas, incluida, señor Sánchez, la de cumplir la palabra dada.
El Astrolabio ( ABC )
viñeta de Linda Galmor