
ENCORBATADOS Y CASPOSOS
Cada uno se consuela como puede, no como quiere, y eso es algo que les sucede a los barcelonistas independentistas que sacan pecho e inclinan la cerviz cuando tienen que conformarse con la copa del Rey de España, al que ineducadamente intentan despreciar, cuando pitan al himno nacional.
Cada vez que llegan a la final de esta competición y sus seguidores vienen decididos a faltarle al respeto al jefe del estado y a pegarle una pitada al himno nacional , el denostado Florentino Pérez se niega a ceder el Bernabéu con el pretexto de que en esas fechas está en obras, y yo le alabo el gusto porque cuando un grupo de sebosos, borrachos y mal hablados quieren ir a tu casa para giñarse en los símbolos en los que crees, lo normal es que les mandes a otro sitio para que les den por donde amagan los pepinos.
Yo aquí no estoy hablando de fútbol sino de educación y de respeto, de saber estar y de recibir la respuesta que merecen los indeseables que están en la tribuna acompañando al Rey y se sonríen a escuchar cómo sus huestes de macarras le faltan al respeto, como hizo el delincuente Artur Mas, la vez anterior.
Yo me alegro de que ganen esa copa y que los hooligans del equipo tengan que venir a la capital de España a jugar un partido de fútbol y recibir como consuelo un trofeo que, a todas luces, tiene menor categoría deportiva que la liga nacional y la Champions.
Siempre se ha dicho que el Barça es más que un club, y tienen razón quienes sostienen esa tesis, porque es la prolongación de una opción política, que se ha adherido a lo que llaman “el pacto nacional por el referéndum”.
Jamás criticaré la libertad de quienes piensan distinto a mí pero eso no es óbice para que sean capaces de tratar también con respeto al resto de españoles que no pensamos como ellos.
Por eso me gustaría que no se molestasen con estas líneas mis amigos, hombres y mujeres, socios del Barcelona, porque imagino que saben que no existe intención de ofenderles a ellos, sino de señalar cuáles son las mínimas reglas de convivencia entre gente educada y honrada, y aunque en todos los clubes hay mucha chusma, allí han empezado a confundirse los encorbatados con los casposos.
Diego Armario