
Es extraño que el Gobierno quiera vender como un éxito diplomático lo que no es sino un fracaso político como el de verse forzado a dar por enterrado definitivamente el MidCat, el gasoducto con que España y Portugal querían contentar a Alemania pese al drástico rechazo que había expresado Francia.
Macron se ha impuesto a Scholz, Sánchez y Costa sin contemplaciones, y el presidente español queda una vez más retratado por la hemeroteca y sus contradicciones.
El MidCat fue un proyecto iniciado por Rajoy que el PSOE cuestionó con dureza por su innecesariedad, su coste y su impacto ambiental.
Ahora Alemania ha querido reflotar el proyecto, y solo entonces Sánchez empezó a verlo con buenos ojos y como la gran solución. Macron era el escollo y lo ha tumbado.
La alternativa que le quedaba a Moncloa era dar la vuelta al argumento y presentar el veto galo a España como un triunfo. Maquillar el varapalo.
De ahí que celebrase el acuerdo de abrir un corredor submarino y ‘verde’ –de nuevo el lenguaje positivo– entre Barcelona y Marsella para llevar hidrógeno… y eventualmente gas. Pero ni la primera tubería entre Celourico da Beira, en Portugal, y Zamora, está agilizada, ni el hidrógeno deja de ser aún una quimera.
Así se vende humo, no gas.
ABC