EPÍSTOLA SATÍRICA DE QUEVEDO A MARLASKÓN

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Hoy sin miedo a que vos se escandalice
mi ofrenda es un pepino bien curado
que en su culo tan abierto y tan usado
imparable y decidido se deslice.

José María Algar.