Cada día que pasa estoy más convencido de que esta gentuza -no tienen otro calificativo posible- de la izquierda y la ultraizquierda creen, debido a su insultante soberbia fruto de esa falsa superioridad moral que dicen poseer, que el resto de los españoles somos tontos de baba.

Es posible que antes, debido a que los canales de transmisión de las noticias eran más deficientes, fuese relativamente sencillo vender una imagen no acorde con la realidad e incluso desdecirse de algo dicho con anterioridad; sin embargo, eso, hoy es de todo grado imposible pese a contar, como cuentan, con esa prensa comprada, como demostró de forma lamentable y deplorable, el otro día, la tipa esa de la SER, convertida en un vulgar títere cuyos hilos mueve el malvado podemita.

Todavía recuerdo como caló aquel eslogan del Partido Socialista Obrero Español que decía aquello de “100 años de honradez”. Un eslogan que, por cierto, caló entre un electorado sin duda desconocedor de la realidad histórica de este partido corrupto y tóxico.

Todo aquel que se moleste en ahondar un poco en su historia encontrará, con facilidad, bases más que sólidas para mantener tales argumentos. Sin ir demasiado lejos, los acuerdos del “pacto de San Sebastián” (1930) que provocaron dos levantamientos militares -Jaca y Cuatro Vientos- y un golpe de Estado civil, la proclamación de la República (1931) con una más que dudosa legalidad; lo sucedido después de las elecciones de 1933 que, pese a ganarlas la derecha, impidieron que gobernase; los golpes de Estado de Cataluña y Asturias de 1934; el pucherazo de la elecciones de 1936 que nos llevó a una guerra civil, son algunos de los lamentables sucesos que cuelgan en el debe del PSOE y eso sin contar otros que vinieron después, tal es el caso de lo sucedido el día anterior a la elecciones generales de 2004, cuando las mesnadas socialistas cercaron todas las sedes del PP y lograron, con sus sucias estrategias, alterar el resultado electoral.

Tampoco podemos olvidar las veces que tocaron la caja como en el caso de los Eres de Andalucía… Así que, de honrados, nada de nada, antes bien, todo lo contrario. Con ello, no quiero señalar a todos los que defienden esta idea, pero si a aquellos que son cómplices, por acción u omisión, de estos que dirigen hoy el partido socialista.

Por descontado, iguales o incluso peores son todos esos partidillos -podemos, mas no sé qué, compromiso con no sé cuánto, marea de no donde, comunistas, separatistas, anarquistas, etc.- todos ellos de carácter marxista leninista, la ideología más perversa, miserable, canalla y asesina de la historia de la humanidad.

Y qué decir de los bilduetarras, esos que homenajean, sin recato, a sus precursores que se servían de darte un tiro en la nuca en su primera y única amenaza o de los golpistas catalanes en permanente estado de insurrección contra España para destrozarla y fragmentarla.

Todos ellos, socialistas y bolcheviques, unos bellacos que odian visceralmente a España y que se han servido de cualquier argucia, por muy sucia y rastrera que pudiera parecer, con el fin de lograr sus objetivos de poder, burdas estratagemas como la que están poniendo en práctica ahora con esa avalancha de supuestas amenazas.

Pues estos son los que avalan al moncloita; al siniestro tipo del moño sucio; a esa tipa que piensa que todos los hombres, excepción hecha de “sus niños” -los menas-, somos unos violadores, o al viejo frailón, conocido entre sus alumnos por “Cromañón” y que, a decir de algunos de ellos, era fiel seguidor de la vieja doctrina de “la letra con sangre entra”. A todos ellos se les llena la boca, poniendo cara compungida o fingiendo que se le caen las lágrimas como a la “llorona” ferrolana, hablando de democracia, de libertad y del temor a que lleguen los fascistas.

¿Qué fascistas?, ¿qué peor fascismo que ese bolcheviquismo que defienden y preconizan? Ese movimiento liberticida es al que realmente hay que temer si esta gentuza se perpetúa, como pretende, en el poder. Ese movimiento es al que urge expulsar, sin tibiezas, de las Instituciones si queremos que España siga siendo la Patria que hemos conocido y de la que nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella.

Cómo tipejos como el de Galapagar o su concubina, pueden hablar de pobres o de marginados, gente como esta que jamás ha dado un palo al agua en su vida, que jamás ha descendido a la realidad social ya que no les interesa, salvo para inculcarles el odio y el resquemor a base de mentiras.

Estos, son aquellos de los movimientos asamblearios de las Facultades de letras que manejaban y controlaban a su antojo, con la anuencia del profesorado afín, señalando con el dedo acusador a todo aquel que no pensase como ellos o que no se aviniese a sus caprichosas huelgas o protestas, lo que, a la postre, podía asegurarle, además del repudio de los tibios, un suspenso debido a la ideología militante del profesor de turno -siempre de izquierdas-, mientras ellos, fuesen o no a clase, sabían asegurado el aprobado, cuando no el premio de fin de Carrera.

Luego, estos mismos, se aseguraron un puesto de trabajo en la Universidad, en el partido de izquierdas de turno o en la onge bien regada con el dinero de todos, viviendo a partir de entonces a cuerpo de rey. Tipos y tipas que hace pocos años tributaban por 50.000 e. al año y ahora sus propiedades rebasan el millón de euros, disponen de una criada de nivel 30, que pagamos todos, y encima tienen un tipo para pasearles el perro. ¿Cómo se atreven a hablar de pobres, de marginados o de justicia social?

Ayer por la mañana, me encontré con un amigo con el que suelo tomar a veces un café. Un hombre de 77 años cuyo mejor compañero es un perrito al que, según él, solo le falta hablar; un perro que se comprometió a cuidar tras la muerte de su dueña. Allí, iba paseando su can y llevando en la otra mano una bolsa con migas de pan para dar a los pájaros en el jardín de San Carlos.

Como otras veces, tomamos un café juntos y me contó que, tiempo atrás, le habían gestionado una pensión, no contributiva, de 390 e. al mes de la que vive. Hablamos de un hombre que sirvió a España en la Armada, un hombre que trabajó en la mar y que sin embargo no pudo alcanzar la jubilación pues las cosas no le rodaron bien. Un hombre bueno que no tiene rencor ni odio hacia nadie y que, cada mañana, al alba, acude puntual a Misa a un convento de clarisas.

Qué diferencia en el trato que recibe este hombre en relación con los “menas”, esos “chiquillos” que tanto defienden y protegen estos tipos y tipas de la izquierda y la ultraizquierda. Cómo no se van a comparar los 390 e. que recibe mi amigo, un español que sirvió y trabajó por España, con esos individuos, venidos de no sé dónde, de los que no se sabe ni la edad y por tanto si son menores o no, que nos cuestan más de 4.000 e. al mes, cada uno de ellos, a todos los españoles.

¿Decir eso es apología al odio? No, que va, decir eso es simplemente hacerse eco de la triste y penosa realidad, una realidad que debería hacernos reflexionar a todos sobre la conveniencia de mantener chiringuitos como estos de los “menas” en los que se están haciendo de oro muchas onges de esas cuyos responsables son afines a la izquierda militante.

Me dan asco. ¿Cómo es posible que este marxismo internacional globalista, en connivencia con el más feroz capitalismo, se atreva a hablar de democracia o de justicia social, exigiendo que se arrincone a las ideologías que no siguen ese perverso rumbo que pretenden marcarnos y encima que haya tontos útiles que se lo crean?

El asqueroso tipejo del moño sucio, al igual que su socia -la de más no sé qué-, son el fiel reflejo de aquellos patibularios milicianos del año 36 que, llenos de rencor y odio, cubrieron de cadáveres de inocentes las calles de Madrid. Son los mismos perros con idéntico collar.

No hay más que escucharlos en sus mítines, el mismo discurso de odio, idénticos enemigos a batir -la monarquía, la iglesia, la derecha, los fascistas-. Son los mismos y no se recatarán, llegado el momento, en emular viejas “hazañas”, en linchar a todos los que no pensamos como ellos y, a su lado, el viejo frailón, con su aspecto de hombre serio y circunspecto como lo eran aquellos encorbatados pseudointelectuales del frente popular que, desde los despachos, desde la sombra, dirigían a las turbas rojas en sus asesinatos, en sus quemas de iglesias, los que firmaban las penas de muerte…

En Madrid, el próximo 4 de mayo, España se juega una parte muy importante de su futuro como Nación. Es necesario desalojar a esta gentuza de las Instituciones para dar el primer paso para que desaparezcan el moncloita y su partido tóxico y, con ellos, tipejos totalitarios como el del moño sucio, los comunistas, los filoetarras, las feminazis, los golpistas y demás canalla.

Ahora, más que nunca, hay que gritarles ¡NO PASARAN!

Eugenio Fernández Barollobre ( El Correo de España )