
Llegó para destruir y no ceja en el empeño. La destrucción es su patrimonio ideológico. La ruptura de todo vínculo con el adversario es su principal objetivo. Aquí no hay política sino agitación y propaganda para apuntalar un sistema autoritario.Un Gobierno sin legitimidad alguna arrasa todas las instituciones.
Ningún tipo de legitimidad tiene este Gobierno, sencillamente, porque cuestiona a su principal garante: el Jefe del Estado. Este es el centro del problema. Miles de cargos intuyen la tragedia, pero aguantan porque son tan corruptos y corruptibles como el Gobierno que los ha nombrado.
Ciento de cargos de todas las instituciones se dejan arrastrar por un Gobierno totalitario, porque totalitario es quien identifica su poder con el saber y la ley. Miles de cargos, digo, se entregan a sus amos con dejadez autoritaria y por dinero. Todos callan.
Es su naturaleza esclava. No son nada. Las instituciones están dominadas por estos corruptos. Por otro lado, los titulares de los cargos de todos los ministerios son traidores, algunos perjuros, porque no defienden a quienes les garantiza su legitimidad: el Jefe del Estado. Estamos, pues, ante gentuza sin corazón y sin cerebro, mercenarios al servicio de un Gobierno totalitario que está dejando España como un solar.
Es una obviedad, tras los sucesos del día 25 de septiembre, que la Corona está siendo acosada por el Gobierno. La sesión del Congreso de los Diputados del día 30 volvió a ratificar los ataques al fundamento del sistema democrático, incluso un Rufián dijo que el Rey es el diputado 53 de Vox sin que nadie lo desautorizase. Pero todavía hay imbéciles que preguntan dónde vamos.
Estamos, vivimos, ya en un sistema autoritario. El Tribunal Constitucional era poco, pero está quedando en nada. El Tribunal Supremo se tambalea y para qué citar la Audiencia Nacional. La Fiscalía General del Estado está en manos del abogado de Maduro. El Congreso de los Diputados es un nido de perjuros, traidores y mediocres.