
Lo de Feijóo es como el humor absurdo de los Hermanos Marx, pero sin gracia. Su declaración institucional, solemnemente estúpida y apresurada por la emergencia ante la gravosa, y criminal, reforma del delito de sedición-próxima también la del delito por malversación-, se podría haber interpretado a lo Marx de este modo: «ante la gravedad del ataque contra el Estado de Derecho perpetrado por Pedro Sánchez, urge apagar el incendio pero con moderación.
No lo haremos hoy, no sea que piensen que queremos apagar un incendio. Nos lo tomaremos con calma hasta que el incendio se extienda para que nadie diga que no quisimos sofocarlo. Sí pero no y quizá más tarde, desde la calma, el sosiego, sin extremismos, soplaremos si es necesario, no sea que piensen que somos incendiarios. Nos apresuramos a convocar una rueda de prensa y ya veremos lo que pasa si es queda algo en pie, pero sin extremismos que no corre prisa».
Groucho Marx es el paradigma de la inteligencia política del líder del Partido Popular, pero no posee ni pizca de gracia cuando se desdice en lo que dice por si acaso creen que lo ha dicho. Su galimatías conceptual es extremadamente confuso y parece no aclararse en la narrativa política para hacer lo contrario de lo que diría si no tuviese que pensar en hacerlo. Sus declaraciones son obtusas, pendiente del que dirán pero «lo digo porque es mejor decir algo con rapidez que no decir nada por no decir». Sería gracioso de no ser patético.