Lo de Feijóo es como el humor absurdo de los Hermanos Marx, pero sin gracia. Su declaración institucional, solemnemente estúpida y apresurada por la emergencia ante la gravosa, y criminal, reforma del delito de sedición-próxima también la del delito por malversación-, se podría haber interpretado a lo Marx de este modo: «ante la gravedad del ataque contra el Estado de Derecho perpetrado por Pedro Sánchez, urge apagar el incendio pero con moderación.

No lo haremos hoy, no sea que piensen que queremos apagar un incendio. Nos lo tomaremos con calma hasta que el incendio se extienda para que nadie diga que no quisimos sofocarlo. Sí pero no y quizá más tarde, desde la calma,  el sosiego, sin extremismos, soplaremos si es necesario, no sea que piensen que somos incendiarios. Nos apresuramos a convocar una rueda de prensa y ya veremos lo que pasa si es queda algo en pie, pero sin extremismos que no corre prisa».

Groucho Marx es el paradigma de la inteligencia política del líder del Partido Popular, pero no posee ni pizca de gracia cuando se desdice en lo que dice por si acaso creen que lo ha dicho. Su galimatías conceptual es extremadamente confuso y parece no aclararse en la narrativa política para hacer lo contrario de lo que diría si no tuviese que pensar en hacerlo. Sus declaraciones son obtusas, pendiente del que dirán pero «lo digo porque es mejor decir algo con rapidez que no decir nada por no decir». Sería gracioso de no ser patético.

Lo del nacionalista-disculpen que lo tilde así por la política lingüística de Galicia tan afín a la impuesta en Cataluña-es la absurdez acomplejada del tibio, la expresión hipócrita de quien especula con los expectantes beneficios de una decisión, antes que afrontar un problema que exige prontitud en las soluciones. Quizá la indecisión proviene de la bipolaridad de lo aldeanista y la alta llamada al destino patrio.
Se sale de Galicia donde está a sus anchas y preside un PP donde no le caben los zapatos. Y así anda que cuando Santiago Abascal le tiende la mano para un basta de hartazgo conjunto y plantear una moción de censura que pide a gritos el conjunto de los votantes,  va el esmirriado y para el burro después de la aparente arrancada de caballo.
Una desenfrenada carrera por pronunciarse frente a los micrófonos para anunciar que en próximos comicios,  si algo sigue en pie, hará lo que tenga que hacer porque así ha de hacerlo, si es que hay que hacerlo. Desde la moderación, no sea que los futuribles socios del PNV vayan a pensar que es un extremista; con la esperanza puesta en los votantes socialistas desencantados y quién sabe, en los filoetarras arrepentidos.
Todo menos dar razones a VOX, todo menos ir con bomberos no sea que le acusen de pirómano. Absurdo Feijóoo, y mientras el doctor cum fraude con el lanzallamas al máximo grado.
La monda, moderada, pero la monda.
Ignacio Fernández candela ( El Correo de España )