Dicen las malas lenguas que la izquierda española, cuando gobierna, sube los impuestos, y visto lo visto algo de verdad hay en ello, pongan las excusas que pongan o digan en el seno del Gobierno Sánchez que es más bien cosas de políticas capitalistas -vamos, de la derecha- y que ellos, si se ven obligados a hacerlo, solo disparan a las clases altas.

Ya… Ahora bien, cierto es que echando la vista atrás en el seno de un Ejecutivo Popular, fue el exministro de Hacienda en la etapa Rajoy, Cristobal Montoro, quien recurrió en 2012 a un clásico de frases célebres para admitir que subiría los impuestos, y tirando de citas utilizó aquella de Benjamin Franklin datada en 1789 que decía «En este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos».

Con tal frase, Montoro trataba entonces de explicar al personal cómo había evolucionado hasta entonces la concepción de «impuestos equitativos», que describía además como «obligatorios pero en función de nuestra capacidad de pago».

Ríos de tinta se han vertido desde la famosa frase de Franklin entre derecha e izquierda española, porque la política fiscal siempre ha estado en el ojo del huracán, algo que vuelve a repetirse, por supuesto, hoy día.

Y aunque la histórica reseña en principio simplemente tenía como objetivo dar a entender que los tributos son necesarios -prepararnos para nuevas subidas, más cuando el Estado se queda sin ingresos y debe cumplir un severo objetivo de déficit, ¡vamos, como ahora!-, quizá el proverbio original en realidad con cierto sarcasmo situaba al mismo nivel la inevitable muerte con la también inevitable cita anual con el fisco, ambas entendidas como una condena.

Vincular muerte e impuestos, pues, es un clásico, si bien, dada la situación actual de la economía, y tras la revisión de previsiones de crecimiento en España, subirlos puede ser la puntilla para la izquierda gobernante, la gota que colme el vaso de la paciencia de una ciudadanía frita por la inflación y un Ejecutivo incapaz de ver que los fondos europeos deberían servir como antipirético para bajar la fiebre fiscal en España.

De momento, hay más que indicios de que los impuestos subirán más con Sánchez sí o sí, aunque lo que está por saber es el número de figuras tributarias que habrá que ajustar al alza pendiente aún de las recomendaciones de los expertos.

Bien haría el PP, más allá de palabras y programas con peligro de que se los lleve el viento, en ofrecer un pacto a la sociedad española, una alianza social con los impuestos que esté dispuesto a mantener y los que eliminarán para siempre si llegan a La Moncloa, y acompañarlo con una memoria económica seria.

Esa es la diferencia entre predicar y dar trigo, entre acariciar los oídos y llenar el estómago. En ello parece que están. Y si no, que le pregunten a Sánchez. Denle una vuelta.

María Jesús Pérez ( ABC )