La historia es cíclica. Bajo distintos aspectos y circunstancias diferentes nada más cierto que las generaciones repiten profusamente los errores de sus ancestros. Sólo es el hombre el que tropieza dos veces con la misma piedra dice el viejo refrán.
Lo malo es cuando este hecho es inducido y motivado en base a la mentira continua y por desgracia al rencor y la venganza.
España es una nación que tras la muerte del Generalísimo Franco allá por el lejano 1975 del siglo pasado, y al hilo de la prosperidad económica y social que el Régimen capitaneado por el Caudillo la había situado, emprendió ilusionada una nueva etapa de su existencia. Y lo hizo a pesar de los fuertes embites que el terrorismo marxista le presentaba materializados por las sangrientas acciones de ETA, FRAP o el GRAPO.
Las tensiones sociales son siempre irremediables en el devenir de un pueblo pero pese a todo la convivencia en España estaba normalizada. Cierto es que determinadas disposiciones que la Constitución española habían establecido, por mor de lo que se llamó consenso, constituyeron un germen de desigualdad que tarde o temprano acabaron presentando conflictos como es el caso del sistema autonómico entre otros.
Pero mal que bien, salvo la situación específica en las provincias vascongadas, España prosperaba y progresaba en paz. Pero la dicha nunca es eterna y apareció en escena un personaje mediocre como el Sr. Rodriguez Zapatero que dio luz a una sectaria Ley de Memoria Histórica que con el falso objetivo de reconciliación entre españoles, al ver nuestra reciente historia sólo desde la perspectiva de unos, lo único que ha conseguido es dividir y enfrentar de nuevo ideológicamente a nuestra sociedad.
Añádase a esto la ineptitud y visión corta de un oscuro Sr. Rajoy incapaz de vislumbrar los efectos que la citada LMH y otras de corte ideológico iban a producir en nuestra sociedad y la aparición de un iluminado como el Sr. Sánchez que vio en esta Ley una mina donde cavar y sacar rédito para alcanzar y mantenerse en el poder.
Tres personajes que pasarán a la historia, amén de por su lejanía de lo que debe ser un estadista, como los culpables del clima de crispación y tensión social que observamos hoy en nuestra sociedad. Unos por acción y otro por omisión.
La situación de desgobierno que existe en la región catalana donde hasta su Presidente se encuentra en rebeldía contra el Estado y la Nación, las imágenes de odio que vemos tanto en Cataluña o también recientemente en Alsasua contra la Guardia Civil, las de los continuos homenajes a asesinos etarras o las de campamentos marxistas donde se adoctrina a jóvenes en la lucha y el combate no son más que simples muestras ejemplo de donde estamos.
No sé hasta donde pretenden llegar con todo esto pero empieza a ser muy preocupante el nivel de crispación creciente y lo malo es que de la lectura y estudio de cualquier manual de lucha subversiva, a cuyos preceptos se ajusta todo cuanto vemos en España, no se puede desprender optimismo.
Y si a esto le añadimos lo que al principio de estas líneas apuntaba respecto a que las nuevas generaciones han olvidado el sufrimiento de sus abuelos todo puede suceder.