Como sé que no les va a gustar a los que nunca duermen sin vomitar su ración diaria de odio, hoy me apetece especialmente descolocar a un grupo de gentecilla que, si no fuesen diputados, estarían sacándose los mocos o emborrachándose el fin de semana con sus compañeros pedófilos de Valencia, con los xenófobos de la Diada independentista o colegueando con los asesinos de Joseba Pagazaurtundúa porque, según dice Patxi, antes hacían política asesinando incluso a sus compañeros de partido  y ahora la hacen aprobando  los decretos leyes al Psoe.

Está visto que no hay trabajo que parezca y sea honrado, especialmente para algunos portavoces de los grupos parlamentarios que se ven obligados a decir, en días alternos una gilipollez o un despropósito, pero siempre aderezado de una mentira.

En las últimas horas portavoces de todos estos grupos con delincuentes condenados en firme en sus partidos se han opuesto a que un anciano pueda ir al funeral de una vieja Reina fallecida por culpa del calendario.

El asunto sobre el que hoy escribo es si un señor de 84 años, que  es posible que sea el próximo Rey que se muera en Europa,  que ha hecho grandes servicios a la democracia española y también ha perpetrado algunas golferías impropias de la dignidad de su cargo, puede ir al entierro de una prima lejana o no, teniendo en cuenta que no está huido de la justicia, como afirman mintiendo los apestosos portavoces de los grupos que apoyan al gobierno,  ni tampoco existe restricción alguna que le impida viajar a Londres.

Mentir como hijos de barraganas es algo muy frecuente en este país, especialmente en política donde todo vale mientras lo consienta la ciudadanía que les votan o dejan de votarles, pero hoy estoy escribiendo de algo que tiene que ver con el derecho de duelo y afecto, de educación y empatía e incluso de dignidad para la imagen de un pueblo como España que con estos gestos de políticos macarras malolientes nos dejan en mal lugar como país ante un acontecimiento que hasta el Presidente de Rusia ha hecho un alto en su ruptura con Europa para sumarse al duelo.

En literatura existe una cruda metáfora que describe la mala muerte de los que acaban sus días tragándose sus vómitos.  Algunos deberían tomar nota.

Diego Armario