
LA DIVISIÓN HACE LA DEBILIDAD
Los separatistas son un bloque monolítico. Por encima de diferencias de renta, de intereses económicos, de nivel cultural y de modelos de sociedad, presentan un frente sin fisuras ante el Estado democrático. Han aparcado todas sus rencillas y agravios, son conscientes de que en la hipotética Cataluña soberana con la que sueñan están condenados a enfrentarse en las urnas y muy posiblemente en las calles, pero ahora les hermana un propósito común: la independencia.
Del otro lado, el de los partidos supuestamente leales a la Constitución y a la cohesión nacional, el panorama es desoladoramente distinto. Impera la desconfianza, la carencia de una idea de España, la desunión, las zancadillas y el oportunismo suicida. En vez de cooperar lealmente para defender la legalidad y garantizar los derechos y libertades de los españoles, lo que incluye a los catalanes, en lugar de coordinar sus mensajes y ofrecer a sus atribulados compatriotas una imagen de unidad que les proporcione seguridad y tranquilidad, rivalizan en hacer el juego al enemigo para debilitar al adversario político. El Gobierno oscila entre el miedo y la confusión, y la oposición, con la única y loable excepción de Ciudadanos, no desperdicia ocasión de erosionar al Estado y se mueve de la tibieza reticente del PSOE a la pura traición de Podemos.
Estamos atravesando sin duda la etapa de mayor peligro para la supervivencia de España desde 1808, con la diferencia de que entonces nuestros gobernantes cedieron inicialmente ante la potencia militar más poderosa del mundo y hoy se están rindiendo a una pandilla de mediocres corruptos sin otras armas que su fanatismo, su osadía y su demagogia. También hace dos siglos el buen pueblo español atesoraba suficientes reservas de patriotismo y de coraje como para compensar la cobardía de una familia real abyecta y de unas camarillas rastreras, pero hoy, tras cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de vaciamiento moral y de dilución de la conciencia nacional, estamos inermes ante la ofensiva conjunta del colectivismo populista y del separatismo rencoroso. Tan cierto es que la unión hace la fuerza como que la división la debilidad. Y es que los malos ganan cuando los buenos, además de permanecer pasivos, andan a la greña.
Alejo Vidal-Quadras ( La Gaceta )
viñeta de Linda Galmor