LA ESTÉRIL DIVISIÓN

En los Estados Unidos de América se respeta la democracia. Es ejemplar en esto. Por eso Donald Trump ha llegado a presidente, a pesar de situarse al margen del aparato de su partido. También allí funcionan los contrapesos, los formales y los fácticos; reflejados en una ciudadanía que se manifiesta abiertamente a favor y en contra de quien rige sus destinos. Lo único inquietante es que esa pluralidad se transforme en fanatismo de uno u otro bando. Cuando los gobernantes extreman sus decisiones, terminan por crispar a su país, con el más perverso de los resultados.

Me temo que el momento actual, en el que los ciudadanos se decantan por perfiles radicales y personajes mesiánicos que todo lo van a resolver, es la manifestación de una sociedad desorientada, semejante a otras épocas en las que la Historia nos enseñó su trágico resultado. De nuevo hay que concluir que lo peor del mandatario americano es la fractura que puede desencadenar. En España ya lo hemos vivido y sabemos que la cuestión no es la parte formal, sino lo que todo ello representa.

El Astrolabio ABC