
El verdadero motivo de la guerra en Ucrania es la libertad. Podemos buscar excusas como el gas, la OTAN y hasta el idioma, pero nos haríamos trampas en el solitario. El auténtico drama que se atisba en las calles de Kiev es la vuelta al ‘soviet’. Como me dijeron hace tres días en la plaza Maidan: «Los rusos no son malos, los malos son los soviéticos».
El problema radica en que confundimos a Putin con el comunismo, cuando el presidente de la gran Rusia tiene de comunista lo mismo que Pablo Iglesias en el casoplón. ¡Ja!
La guerra en Crimea, en la región de Donbass o en la frontera norte es por un modelo de vida y hasta de civilización.
El zarismo (vestido de Romanov, Stalin o Putin) frente nuestro Occidente. No hay más que ver el conjunto de Ucrania (Kiev al margen) para sumergirte en octubre de 1917.
Y todavía nos sale Ione Belarra (que sigue siendo ministra, te lo juro) o Garzón e Irene Montero escribiendo una carta al ministro de Exteriores. A estas las quería ver yo viviendo como un ruso en San Petesburgo, como una ucraniana en Chernobil o una venezolana en Maracaibo. Ni una sola persona cruzó hacia el Este cuando cayó el muro. Ni uno. Todos vinieron hacia este lado.
¿Dónde huyeron las independentistas de Esquerra y la Cup? ¿A Rusia? ¿A Cuba? ¿A Minsk? No, no. Tan revolucionarias ellas que disfrutan la vida padre en ¡Suiza!
Intentamos analizar el problema en Ucrania desde parámetros razonables, en un sentido u otro, mientras la decisión depende de un Vladímir Putin cada vez más endiosado, y mientras tanto, un industrial ucraniano, Serguei, me cuenta que en la armería de su barrio ya no queda munición para el arma con la que defenderá su casa.
PD: Desde La Moncloa se ordena «perfil bajo» para que solo Su Sanchidad dirija la opinión sobre el conflicto. Ni militares ni diplomáticos pueden decir ‘ni mú’ cuando son los que saben y los que se pelan de frío a 15 bajo cero en Estonia o Lituania.
Todo para que las súbditas del macho alfa no se enfaden, a la vez que el ministro comparece con nocturnidad y el presidente se hace fotitos haciendo el ridículo y creyéndose un líder planetario.
Ángel Expósito