LA INVITACIÓN

El presidente de la Generalidad de Cataluña, Chistorra, insiste en rechazar la presencia del Rey en los actos del primer aniversario del atentado yihadista en Las Ramblas. Sus argumentos son contundentes. «Nosotros no lo hemos invitado». Me pregunto qué tipo de invitación necesita el Rey de España para acudir a un acto que se celebra en España. El propio Chistorra, sin que nadie se lo impida, es libre de viajar por España y asistir a los actos que se le antoje.

Yo mismo, el torturado escribiente, como español puedo disfrutar de todos mis derechos en cualquier localidad de Cataluña, a pesar de la Gestapo separatista que están creando los paletos más partidarios de la violencia. En fin, y dejemos de darle más vueltas a la ensaimada. El Rey de España no necesita la invitación de nadie para viajar al punto que más le apetezca o le sugiera de España, lo invite Chistorra o lo rechace Chistorra, que por otra parte, está más feo y desvencijado que nunca. Pienso en aquel Chistorra de hace diez años, y ¡Oh, oh, oh!

La invitación. Lo fundamental es el texto. Y podría redactarse de esta guisa. «En Nombre de S.M. El Rey (QDG), el Jefe de Su Casa tiene el honor de invitar a S.M. El Rey( QDG) a la cena que se celebrará en el Palacio Real el próximo 18 de agosto en honor de S.M. El Rey (QDG) y que será presidida por S.M. El Rey (QDG). Imprescindible mostrar la invitación para acceder al aparcamiento de la Plaza de la Armería. SRC. Militares- Media Gala. Señoras, Medio vestido. Señores. Por lo menos con una corbatita y previamente duchados».

He escrito en reiteradas ocasiones del lógico mosqueo que se llevó el Presidente de la República Francesa, General Charles De Gaulle, cuando le mostraron durante el desayuno un ejemplar del diario español «Ya», cuando pertenecía a la Iglesia. A grandes titulares se leía: «Su Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, ha invitado al presidente de la República de Filipinas, señor Diosdado Macapagal, a visitar oficialmente Francia». El Príncipe reinante de Zweiss-Und Taxis-holehole, invitó oficialmente a su hermano a visitar su propia casa, donde habían convivido en los años de su infancia.

El Príncipe reinante deseaba ardientemente compartir lecho con la esposa de su hermano, la señorita Gonzala Friedrichhanssen Fruehauf, sobrina del fabricante de volquetes. Algo tuvo que suceder porque los hermanos se distanciaron desde aquel nefasto fin de semana. Lamento no poder trasladar a los lectores los pormenores y motivos del desafecto fraterno, aunque puedo asegurarles que hay picardías de por medio, y por otra parte, me congratulo sin límite con la situación, por cuanto en verano se dedican páginas y páginas a la pasión y al amor y a las grandes escritoras refrescantes, como Paula Vázquez, por ejemplo, autora de la descripción más bella jamás expresada del lago Plitvice de Croacia: «¡Vaya agua, vaya cascada!».

En ocasiones, los gobernantes hacen gala de una extremada dureza e inflexibilidad con esto de las invitaciones. Pasemos a figurarnos la desagradable escena. Cumpleaños con piñata, tarta y chuches en casa de Chistorra para conmemorar el nacimiento de la nena. Llegan los invitados –el Rey, en este caso, no insiste en su asistencia–, pero la nena se retrasa. Al fin llega. Chistorra, que tiene muy mal carácter, expulsa por impuntual a la nena de su propia casa, en cuyo jardín se celebra su cumple.

Una situación inesperada y compungida, porque si de algo se siente orgulloso Chistorra es del supremacismo de su familia respecto a las inferiores de la meseta, más feas y desencuadernadas que la suya. Y a una hija, por mucha e intensa que sea la indignación, no se le puede echar de casa por llegar tarde a su cita con la piñata.

Como a un Rey de España no se le puede exigir invitación para acudir allá donde reina. Es lo que sucede con estos seres superiores de raza pero tan aldeanos y paletos. Sencillamente, que no dan una. Y lo siento, porque son gente que baila muy bien la sardana, lo cual valoro sobremanera.

Alfonso Ussía ( La Razón )