
Picasso no fue un buen español, pese a su carencia total de objetividad en lo político donde nunca debiera haberse metido. Fue acusado de muchas obscenidades y de dejarse comprar por dinero. El escritor y Académico de la Lengua, Arturo Pérez-Reverte, también ha causado polémica al señalar que Picasso, si bien apoyó a la República, lo hizo de lejos, siendo que «no pintó el ‘Guernica’ solo por patriotismo y fervor republicano, sino por dinero: 200 mil francos (…)».
Al respecto, Pérez-Reverte manifiesta que Picasso nunca pisó suelo español durante los tres años de la guerra, a pesar de haber sido nombrado director honorario del Museo del Prado. Por cierto, esto le supuso una fiebre política repentina poco normal.
No pisó España durante la guerra, ni antes -como ya dijimos- ni después. Ni por asomo. Sólo en su juventud tras nacer en Málaga el año 1881. Desde 1904 residió en Francia hasta su muerte en 1973. Picasso nunca fue patriota al dejarse comprar por los rojos que no son patriotas sino enemigos de la Patria.
Hay muchas interpretaciones retorciendo y queriendo ver lo que no existe: en la pintura no aparece para nada la guerra civil, y menos el bombardeo de Guernica: «El toro representa el autorretrato de Picasso, la mujer con el niño desmayado representaría a su amante Marie Thèresse Walter y a su hija Maya en el momento del nacimiento y el caballo representaría a su ex mujer Olga Koklova y la lengua puntiaguda a sus duras discusiones con ella antes de su separación», (una interpretación)
En cuanto a la figura femenina que sostiene una lámpara que sale de una ventana, José María lo asocia a la madre del artista en el momento del terremoto que vivieron en Málaga… En otro artículo titulado ¿Es el ‘Guernica’ un retrato familiar de Picasso?, escrito por Angélica García y publicado en El País, también se hace referencia al libro de Juarranz de la Fuente. En éste se dice que:
«El guerrero tirado en el suelo es su interpretación más polémica, reconoce el autor. No alberga dudas de que se trata del pintor Carlos Casagemas, al que considera que Picasso traicionó durante un viaje a Málaga». Hay miles de cosas saliéndose del tiesto.
Más allá de determinar qué interpretación es la más verdadera, surgen una serie de preguntas: ¿Algo invalida el significado simbólico que se le atribuyó a la obra? ¿Acaso el pintor hubiera comenzado el proyecto como algo personal y, ante el evento, le hubiera dado un giro a sus bocetos preliminares antes de finalizarlo? ¿Pudo ver en su propia historia la metáfora de la guerra que le atribuyeron? Picasso no decía nada de su obra ni quería que los demás le buscaran interpretaciones, ni le preguntaran, por lo que contestó: ¿Por qué no interpretan el canto de los pájaros?
Si bien puede ponerse en cuestión las motivaciones iniciales de Picasso, la polémica confirma la naturaleza polisémica del arte. En todo caso, es posible interpretar esta discusión como signo de la capacidad de los artistas, muchas veces inconsciente, para trascender el pequeño mundo de las intenciones declaradas y captar sentidos universales.
Quizá en cada obra, como en el Aleph de Borges, se esconde el universo vivo. Pero nunca se debió meter el arte con la política, porque ya sabemos como acaba. Y menos, como en este caso, vinculándolo a lo que no es y a la mentira. Si el arte es lo más sublime, la política, lo más asqueroso.
Picasso dejó por escrito que el Guernica vendría «una vez que las libertades públicas sean restablecidas en España». En 1981 el abogado Maître Dumas, albacea testamentario del cuadro, consideró que el régimen instaurado con la Constitución del 78 cumplía dicho requisito, por lo que dio orden al MOMA de Nueva York para el traslado del cuadro a Madrid.
En el Guernica -expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid- podremos buscar muchos simbolismos, el más reciente nos lo proporcionó su venida, ya que representó la reconciliación de la dos Españas y el reconocimiento internacional de la instauración de la democracia. Desgraciadamente, en este país algunos se empecinan en no verlo así y ver lo que no es.
Y en vivir de la revolución comunista bolivariana destruyéndolo todo. Para muchos la guerra civil no ha terminado y su deseo es continuarla, y hostigan dividiendo a los españoles y cometiendo toda suerte de tropelías, como han hecho y siguen haciendo.
En definitiva el revisionismo histórico que «ellos» iniciaron a golpe millonario de subvenciones para robar, seguir mintiendo y manipulando la historia, ha de servir para descubrir la verdad que tanto ciego no quiere ver.
Fígaro ( El Correo de España )