La oposición parlamentaria se queja de que el Presidente del gobierno haya disfrutado de unas satisfactorias vacaciones en pleno  crecimiento de contagios  por el coronavirus en toda España y se equivocan porque este hombre cuanto más tiempo esté ocioso menos destrozos hará en este país.

Lo suyo es… lo suyo: es decir, solo se importa él y el único programa que tiene es mantenerse  en el poder para ejercer de nuevo rico de un país que se empobrece a pasos agigantados. Le gusta ser Presidente del gobierno pero le resulta incómodo gobernar en unas circunstancias como las actuales porque eso implica tomar decisiones y someterse a la crítica y el control parlamentario de una oposición a la que desprecia.

Él lo que quiere es disfrutar, pasearse por el mundo, hacer relaciones y preparar bien  “el día de después”, que espera que tarde en llegar, en el que se convertirá en  ex presidente del gobierno de España, con todas las bicocas inherentes a esa notable condición. Ha visto que un mediocre como Rodríguez Zapatero se está haciendo rico  asesorando a un narcocamionero y se ha dicho que a él  le espera un futuro mejor porque habla idiomas y es más listo que el zombi de León.

Pedro Sánchez ha vuelto a decir que vamos a derrotar por segunda vez al coronavirus, como ya sucedió, gracias él y su gobierno a final de junio cuando afirmó ante el parlamento que se merecían un notable por cómo habían gestionado la crisis sanitaria, en unos momentos en los que se habían contabilizado 46.000 fallecidos y 378.000 infectados, sin contar los  desastrosos efectos colaterales para la economía.

Sin embargo en esta ocasión en la que la pandemia se ha disparado y empieza a resultar difícilmente controlable desde un punto de vista sanitario en varios lugares de España, ha decidido  lavarse las manos y que cada Comunidad autónoma sea la responsable de la gestión de una crisis sanitaria  global.

Me imagino a los ciudadanos de  Rascafria,  La Adrada, Jerez de los Caballeros, Calatayud, Alcira, Miravet, Alcira o Grazalema, por no referirme a las grandes ciudades de las distintas regiones de España, preguntándose para qué coño necesitamos a un Presidente de gobierno cuando ante una pandemia que está destrozando las vidas y las haciendas de los españoles, decide borrarse y echarle los enfermos y los muertos a los demás para que a él no le salpique su propia porquería.

Yo creo que el Presidente tiene dos problemas: es mentiroso y es cobarde, pero a él le da lo mismo porque le basta con sus aparatos de propaganda para rectificarse a sí mismo y crear una versión distinta y  más favorable en cuanto le convenga.

Sánchez  ha implantado en España  la mediocracia,  como nuevo sistema político en el que se siente muy a gusto porque ha conseguido rebajar  todos los parámetros de eficacia, responsabilidad y dignidad política del gobierno en un momento en el que un muy amplio sector de la sociedad le agradece que les sodomice sin vaselina.

Diego Armario