
Señores, lo de ayer en el Congreso de los Diputados (el Acto oficial en recuerdo del 23-F) fue digno de Mariano José de Larra y seguro estoy que si hubiese estado sentado en la Tribuna de Prensa ahora mismo ya estaría escribiendo otra vez su famoso artículo «Todo el año es Carnaval»… porque todos, desde el Rey Don Felipe VI hasta el diputado Núñez Encabo (por desgracia ausente) pasando por un puñado de Presidentes (del Gobierno, del Congreso, del Senado, del Tribunal Constitucional, del Supremo y alguno más, que de Presidentes andamos sobrados) aparecieron con la Máscara de las grandes orgías puesta (aunque en este caso escondidas bajo el bozal del virus del Illa y el Simón). ¡Dios, cómo se pueden decir tantas palabras para no decir la verdad!
Señores, ya me lo decía mi amigo «Don Sabino»: Merino, no sigas intentando averiguar qué fue de verdad el «23-F», porque aunque llegaras a saber toda, toda, la verdad no ibas a cambiar la VERDAD OFICIAL, la que los Gobiernos, la Prensa para-gubernamental, los demócratas de toda la vida y hasta los Cardenales subvencionados, se montaron para esconder sus miserias».
El Rey para ocultar que su padre fue el inventor de «aquello», el PSOE para ocultar, ellos también, que fue posible llegar hasta donde llegó «aquello» porque ellos lo amparaban y los Gobiernos nacionales y auonómicos porque les interesaba seguir chupando de la teta de la mamandurria.
Así que se montaron su película: el «23-F» fue la asonada de un loco que apoyado por unas «tramas civiles» de la extrema derecha entró en el Congreso y lo tomó a tiros y por unos ambiciosos generales y que el Rey Juan Carlos, en un acto de valentía sin igual, lo paró todo y, como gran demócrata, salvó la Democracia.