
LA SAGAZ FUGA DE PEDRO SÁNCHEZ
El largo sermón que, con voz y gestos pastorales, dirigió Pedro Sánchez a los españoles desde el púlpito de TVE el sábado, continuado el domingo, tuvo el introito adecuado: «Todo ha cambiado en los últimos siete días, la situación, los peligros, las gentes y los recursos»: Y, por una vez, hay que darle la razón. Pero, ¿ha cambiado él? Para saberlo, hay que mirar con lupa lo que dijo.
Que «es una catástrofe para la que la humanidad no estaba preparada», de acuerdo, aunque haya un fondo de disculpa en ello. Más, cuando la alarma sonó en China, en diciembre y, al saltar a Italia, se vio muy pronto que no era ninguna broma. Que «ha habido distintas formas de hacerle frente» es también indudable, pero que «hemos procurado aplicar medidas eficaces con las menores consecuencias posibles para la sociedad» es discutible, al no haber frenado el avance del virus.
Y ya donde se armó un lío fue con los suministros de material preventivo y causas de que no llegasen a hospitales y comunidades autónomas que los pedían urgentemente, de forma que no sabemos si eran 300.000 las mascarillas desaparecidas o seis millones, si se están distribuyendo o van a distribuirse, quién las paga y quién las recibe, si hay prioridades o no las hay.
Para compensarlo, Sánchez se volcó en elogios a la ciudadanía, «cuya respuesta ha sido modélica», como la del personal sanitario que combate la epidemia en la primera trinchera de esta guerra. Esto ya lo sabíamos. Lo de la ciudadanía tal vez hubiese necesitado una advertencia a quienes se saltan las normas de confinamiento dictadas, pero tendría el problema de incluir a algunos miembros de su Gobierno o a él mismo.
Y lo inadmisible es el baile de cifras con los test efectuados o por efectuar, con el número de infectados, muertos que nos colocan como el país más atacado de Europa después de Italia. En cuanto a que va a prorrogar el estado de alarma otros quince días, se daba por descontado visto que el virus no amaina su marcha, sino al revés, la arrecia, y podemos estar contentos si está controlado en el nuevo plazo. Algo parecido puede decirse de las nuevas medidas para controlarlo y ampliar los márgenes de deuda a fin de paliar los destrozos de toda índole que está causando y los que va a causar.
Para resumir: Pedro Sánchez es el de siempre, no ha cambiado, hablando mucho, diciendo poco, medias verdades y medias mentiras. Es la táctica elegida en esta crisis. Sin reconocer un solo error, decirnos lo que ya sabemos, utilizar a policías, militares, científicos como escudo e ir siempre detrás, no delante de los acontecimientos.
El Rey se lo advirtió al tomar posesión: «Lo peor está por venir». Pedro Sánchez no lo oyó o se le olvidó hasta que el Covid-19 se lo ha recordado. ¡Qué mala memoria la de este chico!
José María Carrascal ( ABC )
viñeta de Linda Galmor