LAS TIRANÍAS ARBITRARIAS

Felipe González casi siempre tiene razón y efectivamente Venezuela no es una dictadura, sino «una tiranía arbitraria». La conversación sobre Maduro, y antes sobre Chávez, tiene el mismo problema que la que pudiéramos tener sobre Puigdemont, y es que los tres fueron votados y ganaron las elecciones. Churchill decía que bastaban cinco minutos con un votante para dejar de creer en la democracia, y unos amigos de mi familia, venezolanos y exiliados, cuando les pregunté cómo podía ser que un país tan extraordinario como el suyo hubiera caído en manos tan siniestras, me respondieron con una sinceridad tan cristalina como abrumadora: «éramos felices y no lo sabíamos», y un poco como en Madrid y en Barcelona, aunque con consecuencias mucho más graves, se dejaron llevar por el populismo de la queja y así le dieron el poder general del Estado a quien se presentaba como su salvador y ha acabado siendo su verdugo.

La tiranía arbitraria de Maduro, tan quirúrgicamente definida por el presidente González, y tan vergonzosamente defendida por Íñigo Errejón, nos ha de hacer reflexionar sobre lo frágil que puede llegar a ser nuestro sistema de libertades si no cuidamos de él, si como los amigos de mi familia no nos damos cuenta de que somos felices y que tenemos mucho que perder.

Es lamentablemente propio de sociedades prósperas y de economías bienestantes inventarse dramas que no existen. Que Ada Colau haya llegado a ser la alcaldesa de la ciudad donde probablemente se vive mejor del mundo es un insulto, pero no para Colau, que nunca ha engañado a nadie, sino para los barceloneses, que parece que no hayamos entendido todavía que la ignorancia es no saber lo que nos hace felices.

Todo lo contrario: son una muy nítida advertencia, nada desproporcionada, de que nos podría ocurrir lo mismo si nos comportamos como nihilistas caprichosos y estúpidos en lugar de atender a la responsabilidad de cualquier ciudadano libre y vertebrado.

La libertad es un deber y cuando no la defendemos la toman por asalto los mortíferos jinetes de las tiranías arbitrarias.

Salvador Sostres ( ABC )