LEER ES PELIGROSO

Si algunos de ustedes conoce algo más peligroso que el poder de la ignorancia le ruego que me lo haga saber para que corrija mis apreciaciones sobre la capacidad demoledora que le atribuyo a los tontos con poder,  asunto que ocupa mis reflexiones desde hace años y sobre el que escribí un ensayo de significativo éxito en tres idiomas.

Por entonces yo teorizaba sobre este asunto basándome en mis lecturas de “Ensayo sobre la estupidez” de  Carlos María Cipolla; “Significate del Confine”, de Piero Zannini”,  o  “La inteligencia fracasada”, de  José Antonio Marina, a las que añadía mi propia reflexión sobre personajes singulares que llegue a conocer en la esfera de la política española. Sin embargo y dado que la primera edición de mi libro se publicó en el año 2006, fecha en la que aún no habían llegado a las instituciones algunos indigentes intelectuales que hoy las ocupan, no pude incluir en sus páginas a las lumbreras que hoy iluminan el paraíso de la nada en algunos sindicatos, gobiernos autonómicos o municipales de nuestro país.

Ellos promueven que se prohíba la lectura de algunos autores a los que consideran machistas, pero dada su ignorancia solo equiparable a su estupidez, han hecho una selección incompleta  de los libros prohibidos  porque se han olvidado de algunos hombres y mujeres que escribieron con recios argumentos de su época en los que el feminismo no estaba de moda.

Cualquier día de estos, los guardianes de la corrección política querrán imitar al ama y a la sobrina de Don Quijote  que pidieron al barbero y al cura que quemasen los libros de su biblioteca  para que con su lectura no se le secase el cerebro al hidalgo de la Mancha. O si se animan harán hogueras como los nazis en Berlín o la Inquisición en España, porque el pensamiento único es inasequible al desaliento cuando se empecina en ponerle un cerrojo.

Solo los que tienen miedo a que la gente aprenda a ser libre leyendo a cualquier autor, se apuntar a esa costumbre incendiaria, ya sea desde el agnosticismo o desde la fe, porque la Iglesia también ha sido muy aficionada a prohibir lecturas y condenar a escritores.

Como ha escrito hace unos días Gabriel Albiac

“Conviene siempre saber de qué se habla. Y quienes señalan el falocentrismo en la cultura occidental no yerran. Sólo se quedan cortos. Su propuesta de abolir los libros de estirpe masculina puede ser comprensible. Pero no lo es, en modo alguno, la pretensión de quemar sólo un lote de autores en el curso del tiempo. No hay retroactividad en la historia. Proponer la supresión de ciertos poemas de Pablo Neruda y de todas las obras de Marías y Pérez Reverte, podrá ser una iniciativa onanista más o menos agradable para ciertas cabezas. Pero carece de fundamento poner a salvo el resto de las obras escritas”

Lo dicho cuando se junta el sectarismo con la ignorancia, al final les sale un pan como unas hostias.

Diego Armario