
LOS MENTIROSOS
La mentira no es patrimonio de nadie. Esto casi todo el mundo lo sabe.
Sin embargo, lo que mucha gente desconoce es que, según las estadísticas, la mentira abunda más entre los políticos, quienes, llegado el caso, se preguntan ¿qué me importa ser mentiroso, si mi mentira ha de ser tomada como verdad?, con lo cual cualquier intento de moralizar a esas personas choca con su soberbia.
Al grito de ¡yo soy la verdad! y con la inestimable ayuda de fieles y asalariados, las mentiras del político, sobre todo de los que tienen poder, pueden pasar por sentencias firmes, ignorando que todo edifico construido sobre el cimiento de la mentira, termina por caer.
El Mundo