
Todavía recuerdo la risilla maliciosa e ignorante de muchos elementos de la izquierda casposa y de la pijoprogresía recordando la frase del Generalísimo Franco, cuando decía aquello de que el más grave peligro que amenaza a España es su enemigo visceral por antonomasia: la masonería en connivencia con el marxismo asesino.
Sonreían, con malvada ignorancia, sin conocer muy bien la dimensión real de aquella frase que nos alertaba sobre un enemigo que siempre estaba alerta, aguardando el momento en que bajásemos la guardia para lanzarnos su zarpazo.
Hoy, pasados muchos años desde la muerte de Franco, aquella advertencia no solo sigue vigente, sino que a cada paso se está haciendo más real.
Sin embargo, hoy, el enemigo a batir, más allá de una España a cada paso más entregada y derrotada, es la civilización cristiana en toda su dimensión social y cultural. La familia, la procreación, las costumbres y tradiciones, etc. son los objetivos prioritarios de este globalismo internacional que pretende crear un nuevo orden mundial.
El gran contubernio está servido con tipos tan siniestros como Bill Gates, Soros, etc., todos ellos del mismo origen y estrechamente vinculados a las distintas logias masónicas, contando incluso con el concurso de grandes mandatarios de la Iglesia católica, que hacen la vista gorda o simplemente se ponen de su lado, y con el apoyo militar del potente Ejército rojo chino.
Un buen ejemplo de lo antedicho es el miserable abandono de los cristianos afganos, dejados a su suerte, en la seguridad de que, tarde o temprano, serán vilmente asesinados por los criminales talibanes.
Hemos llegado a unos extremos de tal degradación moral que, a los políticos de turno de una Europa a cada paso más servil y envilecida, se les llena la boca alegando que su principal preocupación, a la hora de evacuar a los afganos, son las mujeres y las niñas, un mensaje que deja entrever que los niños, sean de la edad que sean, y los hombres, aunque sean ancianos, son irrelevantes y, por tanto, ciudadanos de segundo orden que no merecen la mínima atención. Una prolongación de los postulados que, con tanto fervor, defiende la ex concubina y el feminazismo.
Sin embargo, en el caso de los cristianos afganos, ni siquiera las mujeres y las niñas han merecido el mínimo de atención toda vez que el cristianismo es uno de los objetivos a batir por ese malvado globalismo internacional, manejado por la masonería con la aquiescencia, incluso, como se ha señalado, de importantes representantes del catolicismo oficial.
Estamos siendo cercados por esa oligarquía internacional que mueve los hilos tras las sombras y que, a la postre, ha sido capaz de comprar a una buena parte de los políticos corruptos que dirigen las naciones occidentales para que, con sus leyes y normas liberticidas, nos conduzcan como mansas ovejas al matadero.
Para esto, la “plandemia” del maldito chinovirus les ha venido de maravilla lo que hace suponer, a cada paso de forma más fundada, que su origen se debe, precisamente, a estas miserables oligarquías globalistas con el objetivo de domeñar a toda la raza humana.
Ya estábamos advertidos con aquel denominado “evento 201”, de octubre de 2019, en el que el supuesto sobre el que trabajaron las fuerzas globalistas fue, precisamente, una gran pandemia universal, con sus consecuencias, limitación de libertades, confinamientos indiscriminados y vacunaciones masivas. Exactamente lo mismo que sucedió, precisamente, en la fecha prevista “20” (2020), “1” (enero).
Hay que recordar aquellas palabras premonitorias de tipejos como Bill Gates que advertían de que estábamos entrando en la “era de las vacunas” o que aseguraba que en la tierra sobran muchos humanos. No entiendo como personajes tan filántropos como estos, en un ejercicio de solidaridad hacia los demás, no son los primeros en inmolarse por el bien de la humanidad, dando ejemplo de su filantropía ejerciente, y así ya no sobraría tanta gente.
Llama la atención que, con todos los muertos que ha provocado, según dicen, el maldito virus de los chinos, no se haya registrado ni una sola baja entre los altos dirigentes del globalismo mundial, máxime cuando una buena parte de ellos son “venerables” ancianos, suponemos que con patologías previas.
Una circunstancia esta que rompe el principio estadístico de las probabilidades. Pero, sin embargo, todos ellos siguen rufos, respaldando esa vacunación universal con una y mil dosis, todas ellas salidas de las todopoderosas empresas farmacéuticas de las que son propietarios o accionistas.
Pese a todo, este afán por cambiar el orden mundial no termina con esa inoculación permanente de sucesivas vacunas que, incluso, alguno advierte que pueden llegar a ser mensuales, el gran negocio del siglo.
A cada paso, en los medios de comunicación, le da voz a todos estos listillos y listillas, más de estas últimas, niñatas en cuyas casas cuelgan diplomas universitarios de tal o cual disciplina, algunas de ellas desconocidas, que, convertidas en una suerte de gurús o influenciadores, nos hablan de que hay que limitar la ingestión de carne por el bien del planeta; que hay que prescindir del aire acondicionado y de las calefacciones por el bien de la tierra, que hay que viajar en tren, en bicicleta o a pie para que no sufra nuestro querido globo terráqueo, etc. Mil sandeces sin fundamento alguno, nacidas de la mente retorcida del globalismo al que estos gurús, igual que los medios de comunicación que les da pábulo, sirven cual vulgares perros y perras fieles.
Y en medio de todo esto, con el terror inoculado de forma consciente y calculada, España sigue sin despertar, con un elevado porcentaje de españoles ocultos tras los bozales, protestando si te acercas un poco a ellos, aceptando una y mil vacunas y dispuestos a sacrificar, para siempre, sus libertades con tal de vivir, aunque sea una vida triste, gris y anodina en la que no se sonría, ni se cante.
Entretanto, este miserable gobierno socialista-comunista, con el del “pantalón de pitillo” al frente sigue con su campaña de acoso y derribo a España, cercando la monarquía para, a la primera ocasión, darle el “golpe del conejo” y proclamar la república bolivariana o comunista, contando con el concurso de toda esa patulea de golpistas, proetarras, separatistas, perroflautas, etc, que son los que lo mantienen en la Moncloa.
Nuestro nivel democrático, si se puede llamar así, ha llegado al tal grado de corrupción y degradación que esta canalla que nos gobierna te amenaza con cárcel y multas si se te ocurre hablar de Franco, que repito, fue Jefe del Estado Español, respetado por todos los mandatarios del mundo, y tolera, alegando “libertad de expresión”, las ofensas de Alsasua contra las Fuerzas de Orden Público del otro día; ese homenaje que los etarras y proetarras planean tributar a uno de sus cabecillas asesinos dentro de unos días en Bilbao o que un mentecato, por muy virreyezuelo autonómico que sea, se permita decir públicamente, en tono amenazante, que en tal o cual año su región se independizará de España y el tipo ese no está ya detenido.
El colmo de la miseria de los socialistas, el partido más corrupto, criminal y canalla de la Historia de España que vende lo que haga falta con tal de mantenerse en el machito de la poltrona.
José Eugenio Fernández Barallobre ( El Correo de España )