Cuando alguien que es más fuerte que tú te amenaza, acojona, pero cuando el que lo hace es un personaje con mucho poder, las cosas cambian… a peor, y eso es lo que ha hecho Pablo Iglesias, político con tics matonistas, que ha señalado con nombres y apellidos a varios periodistas como si fuesen los enemigos del pueblo.

Esta una buena oportunidad para que reaccione el periodismo honesto de este país – el otro debe seguir ganándose el jornal lamiéndole los pies a sus dueños políticos – porque es la primera vez desde que enterraron a Franco que desde un partido político se señala con nombres y apellidos a profesionales a los que se quiere perseguir y amedrentar.

Ningún gobernante está contento con las críticas que recibe de la prensa, pero generalmente aguanta el chaparrón y como mucho hace ruedas de prensa través de un plasma como Rajoy, o directamente se niega a someterse a las preguntas de los periodistas como Pedro Sánchez, pero ninguno de ellos se ha atrevido a señalar y a amenazar con sus nombres a periodistas, como acaba de denunciar  Ana Rosa Quintana.

Esta profesión en esta etapa en la que cas todas las estructuras el estado se debilitan es la menos fiable de toda Europa y los españoles desconfían de los periodistas casi tanto como de sus políticos porque según El Instituto de Estudios de Periodismo de Reuters adscrito a la Universidad de Oxford, los medios de comunicación españoles tienen la credibilidad más baja de todo el Continente.

Po eso digo que es un buen momento para reaccionar y recuperar parte de esa credibilidad perdida, manteniendo la labor fiscalizadora de los excesos del poder. En Estados Unidos los Presidentes Nixon, Clinton y Trump ,con todo el poder que tenían, han tragado quina cuando la prensa ha descubierto y denunciado sus excesos.

En España es el momento es el momento de plantarle cara a un personaje que, para amedrentar a la prensa la señala y la pone en riesgo.

Diego Armario