NEPOTISMO DESILUSTRADO

Si quien detenta el poder no sabe distinguir entre lo público y lo privado, entre lo lícito e ilícito, entre lo moral e inmoral, entre lo bueno y lo malo, entre el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial; es que ese gobernante es un malvado o un déspota y ese pueblo que lo permite y ampara, está anestesiado o muerto; al menos desde el punto de vista de la razón, conformadora de la naturaleza y el estudio.

El despotismo como forma de gobernar configuró largos períodos de nuestra civilización; los gobernantes se comportaban sin freno, ni medida; con la más obscena impudicia entronizaban la arbitrariedad y el nepotismo como forma de usurpar el poder.

El sentido patrimonial del Estado, como pertenencia, les impedía cualquier freno o rubor. Estos sátrapas creían estar legitimados por el pueblo y hasta por la historia para cometer cualquier fechoría. La ventaja es que acabaron mal. El inconveniente es que se mantuvieron demasiado tiempo y el pueblo, cuando se dió cuenta, era tarde y terminó peor.

Llevamos cuarenta años despeñando a la juventud en la enseñanza, la responsabilidad, la honradez, la lealtad, el mérito, la jerarquía y el valor del ejemplo. Una clase política infame y corrompida que desemboca en Pedro Sánchez, es la prueba más evidente.

Tan falsario en lo académico como voluble en lo ideológico, se ha irrogado un poder absoluto y prorrogado tres meses un estado de excepción, con apariencia legal de estado de alarma, para inocularnos el virus letal del social comunismo.

No nos protege de la epidemia cuando estábamos a tiempo, al primar los intereses ideológicos de un feminismo dirigido por la ingeniería social de estos viejos totalitarios y, cuando resulta irreversible, nos confina drásticamente paralizando todo el tejido industrial de la nación.

Ni siquiera teniendo el resultado más brutal y evidente. La cifra de muertos mas alta del mundo en relación a la población; más del doble de sanitarios contagiados que cualquier otro país; la economía más devastada del mundo por el severo confinamiento y cuyo doble error queda evidenciado en que sólo el 5% de la población esté inmunizada.

Ello suspende cualquier evaluación que se haga de la solvencia del gobierno y acredita el fraude académico, moral, intelectual y político que atesora. No deberías desoír, doctor Sánchez, a quien te advierte, que no todo es poder hasta la muerte.

Jaime Alonso ( El Correo de España )