
No me dan pena. Solo los observo con un cierto desprecio porque, aunque no son conscientes de su discapacidad moral, de la zafiedad de sus proclamas y de la bajura en la que chapotean a la hora de situar el arte de la política al nivel de una apuesta entre borrachos en una noche de juerga, legislan con la naturalidad de los gualtrapas.
Su nivel oficial es alto porque están en el gobierno, viajan en coche oficial – salvo la ministra de justicia que presume de ir en el Metro aunque nadie la ha visto todavía en un vagón rodeada de escoltas – , y su principal preocupación es acabar con el fascismo, el nazismo y el franquismo que asolan la sociedad española porque todo lo que no sea Sánchez y sus manifiestamente mejorables socios es pura escoria merecedora de ir a campos de rehabilitación ideológica.
Para este gobierno y sus socios cada día tiene su afán y lo importante no es la inflación, ni las colas del hambre entre desocupados o mileuristas, y mucho menos la salud mental o la violencia de las bandas callejeras en algunas ciudades. Lo mollar es legislar la naturalización del insulto.
En el Senado ya se ha aprobado una propuesta para retirar del código penal el artículo 491 de injurias a la Corona con lo que ya han dado el primer paso para que cagarse en Dios, llamar hijo puta al Borbón o quemar una bandera de España. Como dijo el contertulio macarra que usa cascos de color rojo y adoctrina a los incautos, hay que naturalizar el insulto… primero contra algunos periodistas y después contra sus enemigos ideológicos.
Lo peor de esta gente es que son muy coñazos y para sus macarradas cuentan con la complicidad del partido de ideología indefinida que gobierna España a las órdenes de un aspirante a ocupar algún día una plaza en un frenopático.
Deberían saber que la gente en este país lleva años blasfemando, quemando fotografías del Jefe del estado o banderas constitucionales, meándose en las calles sin bragas y con las piernas abiertas, asaltando en tetas iglesias … y no pasa nada o como mucho reciben la notificación de una multa que no pagan.
Como diría un castizo “Hay que ver pa lo que han quedao”, y se comportan así porque son deficitarios en clase, educación, cultura y estudios. En Portugal tuvieron el buen estilo de hacer la revolución de los claveles, pero aquí a la chusma de la élite orgánica de algunos partidos jamás se les ocurriría utilizar símbolos que no apesten porque la mala baba deja una mueca que no pueden ocultar
Diego Armario