UN PAÍS SEGURO Y ATRACTIVO

El derrotismo con el que los españoles nos miramos a nosotros mismos no siempre se corresponde ni con la realidad de nuestro país ni con la percepción que se tiene de él en el exterior. España puede sacar pecho en muchos ámbitos y materias. Una de ellas es la seguridad: su tasa de delincuencia y de asesinatos es baja si se compara con los datos de cualquier país del mundo.

Pese a la lógica conmoción que producen imágenes como las del funeral de Diana Quer -que fue enterrada ayer, después de que su autopsia confirmara que murió estrangulada-, las cifras sobre la evolución de homicidios y asesinatos invitan a hacer una crítica sosegada de los aspectos que debemos mejorar, ya que partimos de datos mucho mejores que los de la mayoría de los países del mundo y de una evolución muy positiva por la caída de la delincuencia en los últimos 30 años.

Eso no significa que no haya que seguir trabajando para consolidar esta tendencia. No cabe relajarse si queremos erradicar la violencia y evitar nuevas víctimas.

Fruto de ese civismo y seguridad, España es vista por los extranjeros como un país afable y atractivo. Un activo que unido a su buen clima, sus playas y su valioso patrimonio histórico y artístico ha ido engordando nuestras cifras de turistas hasta el récord histórico de 82 millones de turistas en 2017 que avanzó ayer el presidente Rajoy.

Nuestro país ha sabido captar a los visitantes que han dejado de viajar a los países de las primaveras árabes y a otras capitales de nuestro entorno golpeadas con mucha mayor crudeza en los últimos años por el terrorismo yihadista. España ya es el segundo país más visitado del mundo, y debemos trabajar para consolidar ese puesto. La calidad de nuestra oferta hotelera y de nuestras infraestructuras han de seguir garantizando este éxito. No sentirse orgullosos de todo esto sólo delata papanatismo.

El Mundo