
Ha regresado el virus que nunca se fue pero no aparece aun en el horizonte el miedo a la muerte de quienes se creen indemnes, ni la responsabilidad solidaria de gente de una generación que nació tarada y que incluso con ese gen ha llegado a altas cotas de responsabilidad social y política.
Ahora es muy difícil que nos sigan contando mentiras porque se les ha acabado el muestrario pero cuando pasen unos años existirán libros que hablen de un tiempo triste, vulgar, medio oscuro, en el que la sociedad estaba dividida entre héroes y villanos que jugaban a suicidarse llevándose por delante a quienes sí querían vivir.
Quizás en ese momento los niños les pregunten a quienes hayan sobrevivido: “¿Papá, qué hiciste durante la guerra?” , y es muy probable que algunos tengan para esa ocasión un buen cuento chino preparado porque nadie querrá reconocer que estuvo en el bando de los que disparaban contra los que iban desarmados, pero no les valdrá la coartada porque los pequeños y los muy jóvenes querrán saber de verdad lo que hicieron sus mayores durante el año 2020 , que además de bisiesto fue un capicúa equivocado.
¿Qué y por qué? son las preguntas inapelables que hacen los niños, y se merecen una respuesta veraz y no una evasiva cobarde, que es probablemente lo que algunos les dirán, incapaces de reconocer que tienen en su haber responsabilidades que empobrecieron este pueblo y superpoblaron los cementerios.
Tal vez les sirva esa experiencia para no querer ser como sus padres ni como los políticos y gobernantes que había en aquellas fechas, que van a pasar a la historia como la generación más mediocre e irresponsable que conoció el primer cuarto del siglo XXI.
No sé si alguien se atreverá, pero sería digno que alguno, ante la pregunta de sus hijos o nietos, sea capaz de responderle: “Yo hice el capullo”, o “Yo no aprendí nada”, o incluso diga, sin avergonzarse porque sus ojos se humedezcan de lágrimas, “Yo soy responsable de que muriera tu abuelo”.
Será una señal de madurez y de humanidad, dos cualidades que no vienen de serie cuando uno llega a este mundo, porque hay que llegar a viejo para que algunos, no todos, se vistan con ellas.
Pero no crean que estoy pensando en un mundo feliz porque está acreditado que dentro de la especie humana hay dos subespecies que son las más longevas: los hijos de puta y los tontos, así que es posible que cuando los niños hagan esas preguntas aun vivan algunos de los que a día de hoy juegan con la verdad.
Diego Armario