PARTIDOS, PARTIDOS

No es un juego de palabras sino el resumen más fiel de la actual escabechina en la escena política española. Ningún partido se salva y los más chulos son los que más sufren. Podemos, a la cabeza. Sobrepasar al PSOE y asaltar el cielo se han quedado en baladronadas.

En su lugar hay sólo deserciones, reproches, desconcierto y amargura. Los más listos se refugian bajo las faldas de la abuelita comunista, quedando sólo de equipo fundador Pablo Iglesias, culpable de la desbandada. Al resucitar el estalinismo de las purgas y dogmas en pleno siglo XXI, lo único que ha conseguido es cargarse al partido y sí a mismo.

Eso puede funcionar en una isla como Cuba, con una dictadura férreamente asentada, pero no en el barrio europeo elegante en que se ha convertido el planeta, donde todo se sabe e incluso se ve en directo.

Algo parecido ocurre a los partidos nacionalistas catalanes, que cambian de nombre tanto como de cirujano estético, hasta el punto de hacerse difícil seguirles la pista. Con decir que tienen dos presidentes y que uno de ellos acaba de crear un nuevo partido contra el suyo, está dicho todo.

Ciudadanos sufre también, aunque en silencio. Su táctica de refugiarse en el centro, que tan bien le ha ido hasta ahora, no encaja en una atmósfera tan tensa y polarizada como la actual. La gente esta harta de ambigüedades y pactar aquí con unos, allá con otros, resulta sospechoso. Bastante más tocado anda el PSOE. Sus dos columnas para gobernar, Podemos y nacionalistas, se tambalean.

Pedro Sánchez busca aproximarse al centro, pero Rivera sabe que aliarse con él puede serle letal. Pero osado hasta la temeridad que es, intenta una retirada estratégica como la ya iniciada con Maduro, tras haber fracasado en darle tiempo y oxígeno. ¿Hará lo mismo con Podemos y los nacionalistas? Un doble salto mortal. Pero si no le queda otro remedio, lo arriesgará. Sánchez se aliaría con el mismísimo diablo con tal de seguir en La Moncloa.

De hecho, ya está en ello, dando más dinero a los independentistas catalanes y al presupuesto «social» podemita. Por si le falla, guarda en la manga su carta más valiosa: como permitan que caiga, les espera un PP vigilado de cerca por Vox, que no consentirá el más leve gesto hacia ellos. Mi apuesta: Podemos y los nacionalistas terminarán cediendo, si antes Sánchez no ha hecho un pacto con Rivera, tras volver a los presupuestos de Rayoy y sacar del cajón el 155. Un superviviente como él no se para en barras ni, menos, en principios.

José María Carrascal ( ABC )
viñeta de Linda Galmor