
PEDRO SÁNCHEZ, MERECE PASAR A LA HISTORIA, COMO EL PEOR PRESIDENTE
DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
La puesta en escena de la tragedia del coronavirus por parte de Pedro Sánchez y sus asesores, por la necesidad de disimular su negligencia culposa con resultado de muerte; desviar la atención del drama diario que estábamos viviendo y confinarnos, con alegría y constructiva resignación.
Así transformaron el cabreo en aplauso; las constantes chapuzas en picos, rebrotes, desescalada y un largo etc. de neo lengua capitular, digno de mejor causa y de otro gobierno. Con maestría suprema, sólo alcanzable cuando tienes un control absoluto de la emotividad de las masas; a través de imágenes y de un relato adecuado, han conseguido, hasta ahora, mantener a todo un pueblo sumido en la perplejidad, la confusión y la alarma, en un estado colectivo de miedo irracional.
Hasta se atrevió, el “doctor cum fraude”, a comparecer, emulando a Winston Churchill y plantearnos la lucha contra un virus, que él había coadyuvado a propagar, como una guerra; conflicto que le obligaban a librar y para el cual pedía, al atribulado pueblo español: “sangre, sudor y lágrimas”.
También solicitaba, lo contrario de lo que fue su política de gobierno: unidad, solidaridad y templanza de ánimo. La pandemia le imponía el reclutar todos los esfuerzos nacionales, declarar el Estado de Alarma -excepción encubierta-, restringiendo los derechos constitucionales básicos de reunión, manifestación, libre circulación, control parlamentario y hasta de opinión.
La teatral y conmovedora puesta en escena necesitaba, para ser más creíble, al estamento militar uniformado, firmes y serios. Intervendrían cuando les tocara y con previo guion de las preguntas a contestar; el resto lo haría un periodismo de pesebre y dadiva, entregado al poder que exige mover el rabo.
Pero ahí residió el mayor error del presidente. Nadie le advierte y su enorme talento no aventura qué, cuando mandas un ejército de militares, guardias civiles, médicos, enfermeras, auxiliares sanitarios, policía nacional y local, y demás personal necesario para esta guerra; debes mandarles con el armamento adecuado, con los pertrechos imprescindibles para su misión, alojamiento y manutención, lo que se llama la Intendencia.
¿Y, como mandó, el comandante en jefe y sus ministros, al combate, a ese numeroso y plural ejércitos, en su lucha contra la epidemia? Pues sin test, ni mascarillas; sin guantes, ni trajes adecuados para el combate contra un enemigo que, por esa razón, se cobró innumerables victimas.
Cuando comprueban el error de previsión y logística, quiere arreglarlo “el comandante”, encargando reponer el material inexistente o defectuoso, al Cabo furriel de la máxima confianza del mando, que vuelve a la recompra del material, nuevamente defectuoso, lo que implica más de cuarenta mil “soldados sanitarios” contagiados y varios centenares de muertos.
Aquí es donde mi imaginación deja el vuelo bajo y se centra en la realidad del problema. ¿Qué se hace, en época de guerra, con un “Comandante en Jefe” que conduce a su tropa con semejante negligencia?
Sospecho, por mi escaso conocimiento de las Ordenanzas Militares, que se le destituye; le juzgarían en Consejo de Guerra, y le fusilarían, dada la gravedad y cuantía de las muertes propias. Ignoro si alguien querría, en esas circunstancias, solicitar clemencia alguna.
La realidad del mundo natural es dura y cruel. No lo será menos con este gobierno cainita y perverso; que desprecia cuanto ignora; la libertad, el derecho ajeno y la independencia judicial; la dignidad de la persona humana y la verdad formal y empirica; la rendición de cuentas propia de una sociedad transparente y abierta.
En fin, nos hemos ganado a pulso el desgraciado ranking de ser la la nación de mayor número de muertos por millon de habitantes, y del mayor número de personal medico y auxiliar infectado. Eso no lo reconocerá Sánchez, ni pedira perdón por ello, ni habrá luto oficial, ni crepones negros sobre nuestra enseña nacional.
¡No merecemos este gobierno!. Pedro Sanchez, sí merece pasar a la historia como ¡ el peor Presidente !. Y mira que hemos tenido malos en todo el siglo XIX y parte del XX.
Jaime Alonso ( El Corre de España )